A Strange Tale 2 - Capítulo I

—¿Ya pensaste a que universidad ir, Becky? —preguntó una de sus amigas mientras volteaba a verle. La joven, mientras tomaba su yogurt, notó curiosa a su ansiosa amiga. Negó con la cabeza, terminó con su desayuno y con su lengua removió el bigote de fresa que tenía sobre sus labios—. ¿Cómo que aún no sabes?

—¡Si, Becky! —exclamó otra de su grupo de amigas. Ella retomó a su bebida—. ¿Cómo que no sabes?

—¿No habías dicho que irías a medicina? —cuestionó otra algo pensativa. Rebecca repitió la misma acción, pero esta vez terminando con un suspiro amargo.

—Sí, en algún punto dije medicina.

—¿Y qué te hizo cambiar de opinión?

La joven colocó su yogurt en el pupitre y frunció su ceño, luciendo pensativa.

—Aún no sé qué quiero.

Sus amigas, nada convencidas por esa respuesta, le miraron.

—Estabas segura por medicina, y si mal no me equivoco, exactamente por neurocirugía.

Rebecca rodó sus ojos y luego llevó la mirada al interior del bote en búsqueda de más líquido. Al descubrir que había dejado limpió todo, y su estómago feliz por tener algo de alimento, regresó la vista a su grupo de amigas.

—Pues ya no estoy segura.

—¿Por qué ese cambio tan grande? Y justo a punto de terminar el colegio...

—Tomaré un año sabático —respondió a mala gana mientras se recargaba en su pupitre. Sus amigas se observaban y muy confusas entre sí.

—¿Y qué harás?

—Seguiré trabajando con Yamir, ahorraré dinero y, para cuando terminé mi año, habré pensado bien que es lo que quiero.

Algunas de su grupo de amigas se volvieron a ver, otras rodaron sus ojos mientras sonreían y el resto les daba igual lo que ella quisiera. En cuanto el tema cambio de ella a sobre lo que haría de fiesta para celebrar su graduación, Rebecca solo se limitó a escucharlas. El profesor ingresó al salón y ante su escandalosa llegada todos los alumnos retomaron a sus lugares y la joven se acomodó en su pupitre, escondiendo la botella de licuado bajo su silla.

—Buenos días muchachos.

—Buenos días, profesor —respondieron al unisonó y de mala gana.

—Cuanta alegría brilla en este salón —mencionó sarcástico—. De perdido saluden con humor, ya pronto dejaran este colegio y no nos volveremos a ver —Uno de los jóvenes chilló animado y las risas inundaron el salón—. ¿Ven? A eso me refería.

El profesor comenzó a sacar sus materiales y la clase le siguió.

—No entiendo para que nos tienen aquí —dijo una amiga y Rebecca le observó mientras sacaba su libreta.

—¿Para hacernos valer la cuota interna? —preguntó divertida y su compañera sonrió.

—Becky, ¿tienes algún plan para hoy en la tarde?

La chica se enderezó y acomodó todo en su pupitre en lo que a su mente llegaba la actividad de su día. Hoy no trabajaría con Yamir y había decidido pasarse por la calle Bleecker antes de volver a casa.

—Trabajar.

—¿Hoy no es tu día de descanso?

—No…

—Juraría que hoy es tu descanso.

—Juraste en vano, y eso es malo.

—Últimamente no has aceptado nuestras invitaciones a salir —dijo mientras abrían el libro en la página indicada por el maestro en el pizarrón—, ¿hace cuánto que no vienes a divertirte? ¿Dos meses?

—Tres, realmente —respondió como si nada.

—¿Qué diablos te ha pasado? —cuestionó preocupada mientras le miraba.

—No me pasa nada, Lu.

—Has estado atada a tu trabajo y con lo que mencionaste de un año sabático…

—Solo será un receso, no me estoy retirando.

—Estabas tan animosa por ir a la facultad de medicina. ¿Cuántas veces me lo habías dicho? ¿Veinte?

—Cincuenta y tres —dijo mientras tomaba su lápiz y comenzaba sus anotaciones.

—¿Y así de la nada, lo dejas?

—Solo por un año…

Su amiga suspiró y tomó su lapicero para seguir las anotaciones de una materia que, bajo el criterio de todos, no les serviría para nada.

—Habrá una fiesta —continuó y Becky le echó un vistazo—. Es en casa de Ruth.

—¡Oh, Ruth! —exclamó con cierta burla, no le agradaba aquella chica.

—Irán chicos universitarios.

—¿Universitarios? —preguntó admirada.

—Si, estarán ahí por su hermano. Sería bueno ir, para finalizar el curso y que sea nuestra despedida.

—¿Siempre si te vas a estudiar en Baltimore?

La chica asentó con una enorme sonrisa, Rebecca notó como la felicidad estallaba en el rostro de su amiga y una ligera línea en sus labios fue su respuesta.

—Felicidades…

—Gracias Becky. Y, ¿qué opinas? ¿Vas a ir?

—¿Cuándo es?

—El viernes, empieza a las nueve.

Una ligera mueca apareció en su rostro y comenzó a jugar con su lápiz, la idea de ir a la casa de Ruth no le agradaba y menos al saber que habría chicos de universidad en ella. Sabía que algunas de sus amigas ya estaban ansiosas por conocer muchachos avanzados en la carrera, pero podrían esperar un poco más.

—Lo pensaré, Lu.

—Me alegra escuchar ello —finalizó con una gran sonrisa. 

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Al cumplir el día escolar, Rebecca se acomodó su mochila y empezó su caminata rumbo a su destino. Escuchaba tranquilamente su música mientras que el resto de los adolescentes iban y venían por doquier, al llegar a la esquina de la calle un auto se paró junto a ella y la ventanilla se bajó para ver a su amiga Lu y a la madre de ella.

—¿A dónde vas, Becky?

—Voy rumbo a la calle Bleecker.

—¿Te llevamos? Pasaremos por ahí.

Sin dudarlo ella aceptó el viaje y entró al vehículo.

—Muchas gracias —dijo alegre mientras cerraba la puerta.

Durante el camino la madre de su amiga no había parado de hablar sobre el orgullo que se acumulaba en su pecho ante el hecho de que por fin ya se graduarían del colegio y comenzarían a forjar su vida universitaria y a vivir increíbles experiencias. Rebecca nunca supo que responderle, solo dejó una incómoda sonrisa en su rostro cada vez que ella le miraba y realizaba preguntas simples. El viaje no había sido eterno, y tan pronto la joven visualizó el edificio que yacía en la calle las palabras de la mujer y su amiga se desvanecían.