EXTRA NAVIDAD

A decir verdad, Navidad y el esperado Año Nuevo eran no casi unas de mis épocas favoritas. No la disfruté del todo al no tener a Magnus en mi vida y nunca experimenté lo que es tener un padre en casa que te de un beso de Noche Buena ni tampoco esté ahí para verme abrir los regalos que le pedí al supuesto ‘’Santa’’. Pero, la vida da muchas vueltas y ahora la época navideña se ha convertido en algo sorprendente y maravilloso para mí porque tengo a una bebé de dos años, un novio que mata y da la vida por su hija y a mi madre por su puesto a quien extrañé mucho. Me comunico con Magnus regularmente y para las fiestas decidió viajar a Florida para ver a su nieta.

Ahora estamos aquí, con el ‘’Escuadrón’’ quienes no han parado de ser los tíos chochos de mi Daniela. Doy un sorbo al ponche de huevo que ahora mi suegra ha preparado para todos, las luces del árbol de navidad ilumina el interior de la casa y el ambiente huele a galletas de chocolate.

—Lyn —Andrew se sienta a mi costado, hundiendo el sillón— Como que a Daniela le hace falta un tutú verde.

Y dale con eso.

—Andrew, mi hija ya tiene suficientes tutú de todos los colores y formas en el armario. Podrías darle otra cosa.

—Pero, mirala. Se ve adorable usando tutús que provienen de sus tíos favoritos.

Ambos miramos en dirección en donde está mi bebé, y puedo jurar que se ve increíblemente bella con su tutú verde hoja. Me encanta ponerle tutús a mi hija, pero ellos ya se están excediendo con esa prenda y hasta Danilo me lo ha dicho.

—Un vestidito estaría bien.

—Puede, pero un tutú le vendría bien. —dice sonriendo—. Voy a comerme esa bebé de regordetes cachetes y cabello castaño. Ven mi amor que el tío Andrew te va dar muchos tutú y serás una hermosa niña.

Suelto una risita ante las palabras embobadas que le dirige Andrew a mi hija. Es grato que Daniela tenga muchos tíos hombres que la llenan de regalos, besos y abrazos. Y tutús. Mi embarazo fue algo que sorprendió a todos, menos a First quien ya sabía que Daniela era un frijolito en mi vientre. Y Daemon.

Siento unos brazos rodearme el cuerpo y por el aroma y su tacto sé de quién se trata. Giro para encontrarme con el padre de mi hija quien me sonríe y me da un beso corto en los labios.

—Daniela va a terminar matando a sus tíos cuando tenga cinco años.

—No lo creo —digo. Daniela en esos momentos se ríe muy fuerte que ese sonido me abraza el corazón, Andrew le hace cosquillas. Tantas, que parece que Daniela se retuerce y de un movimiento rápido…

—Daniela no muerdas al tío Andrew.

Para ese entonces, Andrew no sabe si reír o llorar por el mordisco que le propinó en el brazo nuestra hija.

Dani corre para agarrar a su otra Dani evitando que le clave otra vez los dientecitos a su tío. Vale, Daniela lo va a matar sin tener siquiera cinco años. Y ya empezó con Andrew. —Deberias darme besos, Dani, no mordiscos.

—Eso te pasa por joderla tanto —responde Danilo.

El teléfono de la casa de mi novio suena y me levanto con rapidez a contestar, mamá no está en la casa, mi suegra se ha ido a alistarse para la cena navideña y Andrew, Danilo y yo estamos solos en la sala de su casa. La otra parte del escuadrón deben de estar en camino, primero pasarían a saludar a sus respectivos suegros y a sus novias, Daemon no tengo ni idea de donde está desde que en la mañana salió dando un portazo y a media playera puesta.

—Buenas noches, ¿quién es?

—Este… —En la otra línea escucho una voz femenina, arqueo una ceja y espero la respuesta de la chica— ¿casa de Daemon?

—Disculpe, en estos momentos no se encuentra. —respondo, no muy segura.— ¿Quien te propinó este número fue él u otra persona?

—Si, no… yo. Dígale que Feliz Navidad.

Y cuelga.

¿Ahora a qué chica le habrá dado su número Daemon? Dejo el teléfono en su lugar esperando a que mas tarde lleguen todos y Daemon para decirle lo que pasó con esa chica y preguntarle.

***

Al rato todo el escuadrón llega, incluida mi madre y Magnus. Todos nos colocamos en la mesa larga que se adornó para la cena de Nochebuena, el árbol de navidad ya tiene bastantes regalos bajo sus ramas y la vela comienza con un canción suave. Quien sigue desaparecido es Daemon. Le dejé uno que otro mensaje para saber si se le guardaba pavo cuando llegase.

La cena pasa de lo más normal y sencilla posible, cada uno come, bebe y hace algún que otro chiste. Daniela se lleva gran parte de ser el centro de atención con sus risas, balbuceos y muecas. Ahora se ha calmado un poco y la saque de su sillita para alimentarla de mi pecho, ya lo había dejado, pero al ver que su padre hacía lo mismo que ella sin intención de alimentarse, claro, le dio el llanto y en sus palabras de bebé se entendió que esas bubis eran suyas y no de su papá.

—¿Me prestarías esa bubi que tienes de mamá? —Danilo susurró a su hija y lo miré mal— O me prestas esta —hizo a modo de tocar mi seno e inmediatamente Daniela alzó su piernita regordeta en un trato de patearlo. —Ey, a papá no se le patea princesa.

Daniela me miró con ojos cristalinos pero sin soltarme.

—Son tuyas bebé, no de papi.

—También son mías —Daniela volvió a patalear con fuerza. Y a soltar quejidos de disgustos, Danilo se rio y como pudo besó su pie descalzo— Está bien, son todas tuyas.

Nuestra hija se tranquilizó y siguió succionando de mi pecho. Dado cinco minutos para las doce todos nos preparamos para decirnos ¡Feliz Navidad! y abrir los regalos.

Mi teléfono suena ante un claro mensaje

Daemon:

Estoy bien.

Mañana estaré llegando a casa.

Feliz Navidad para mi sobrina.

Quise contestarle, pero en menos de nada los fuegos artificiales comenzaron a sonar con intensidad y sabía que ya eran las doce. Danilo y yo le dimos un beso en cada mejilla a nuestra bebé, y ante los ojos de ella su padre y yo nos dimos un beso. Otra navidad juntos. Ese instinto maternal y cariño por mi familia me invadió, derrame algunas lágrimas de felicidad ante lo que formé.