Pronto cumpliré 18

Tiffany Joy:

Estaba a punto de cumplir 18 años y la mitad de mi vida había sido en este hospital donde mis padres suelen traerme constantemente, donde han revisado mis ojos desde adentro hacia afuera... ¡Qué dolor de cabeza! Ya llorar sangre es lo que menos me importa en este momento.

—Tiff... El doctor dice que deberíamos hacerte otro examen y...

Volteé a mirarla con furia en mis ojos. No sé cómo diablos voltee la cabeza de forma que parecía la niña del exorcista.

—¿Otro examen? ¿CUÁNTOS MÁS? ¿Y seguir gastando el maldito dinero para que al final todos digan lo mismo, para que al final el examen quede prácticamente en blanco porque no tengo nada?

Mi madre no supo qué responder y se sentó a mi lado en la cama.

—Tiff, sé que es difícil. Pero imagínate querer expresar tus emociones llorando contra tu almohada y en lugar de liberar, lo que vas a lograr es lavar las sábanas por las manchas de sangre.

—No es gracioso mamá, y ¿sabes qué tampoco es gracioso? Que me veas como un bicho raro.

—Yo no te veo como un bicho raro. Simplemente quiero ayudarte a que te mejores. No entiendo por qué no puedes simplemente aceptar mi ayuda.

—¡Porque no quiero vivir en este lugar para siempre! No quiero pasar mi vida encerrada en un hospital.

—Sé cómo te sientes, sí. Pero...

—No mamá, esto ya está natural en mí. Tal vez Dios me curará cuando Él quiera. ¿O acaso no crees en los milagros?

—Sí, claro que sí, sabes lo mucho que yo creo en Dios. Y he orado para que te cures y puedas tener una vida normal, pero... Al parecer tienes un mejor propósito o... No lo sé hija.

Tomé su mano con la mía y la miré a los ojos.

—Tranquila, todo pasará y por fin seré la chica que tú quieres que sea.

Mi madre soltó una sonrisa forzada y me tomó de la mano para levantarme.

—Vamos, no tenemos más nada que hacer aquí.