Capítulo 16. Apuesta

Britanny

La música acompaña los movimientos estilizados de los bailarines, horas de ensayo se ven reflejados en la  presentación que realizan.

El conocer de primera mano todo el esfuerzo que conlleva me hace llenarme de orgullo por su triunfo, pero me es imposible evitar que el dolor se tome mi pecho, siento mis ojos humedecerse y  trato de luchar con las lágrimas que empiezan a recorrer mi rostro, al no obtener resultado bajo la cabeza y trato de escabullirme sin llamar la atención cuando siento las manos de Tadeo girar mi cuerpo y estrecharme contra si, mientras susurra palabras de consuelo.

Sentir el calor de su cuerpo me reconforta y dejo que me saque del teatro, caminamos en silencio hasta mi casa cuando de repente Tadeo se detiene frente a un parque y me lleva a una banca, permanecemos varios minutos en silencio tomados de la mano  hasta que por fin me decido a hablar.

—La bailarina principal de la obra era mi mejor amiga, se llama Andrea y la conozco desde los 6, soñábamos con llegar a ser las mejores, íbamos a triunfar y al llegar el momento del retiro planeábamos montar nuestra propia academia de ballet. Para mí ha sido una hermana, confidente y compañera de sueños pero a pesar de quererla tanto por un momento  la odie al verla moverse por el escenario, sentí celos, rabia, envidia. Muchos no entienden mi dolor, creen hacerlo y con sus labios me recitan igual que un rosario la baraja de opciones con las que cuento. Tadeo el ballet no era un hobbie, ni una opción, era mi vida,  el ballet estaba impreso en cada uno de mis músculos y nervios, dirigía mis pies y mi alma, cuando bailaba era una sola con la música y sentía mi corazón latir extasiado  —me explico deseando su comprensión y rogando que no me condene. 

—Britanny, no se trata de si es justo o no simplemente sucedió, tienes dos opciones o dejas que esto te envenene el alma o lo usas para hacerte más fuerte y más sabia. Se cuanto duele tu pérdida lo creas o no pero aún es posible hacer algo que ames y una opción es montar la academia de ballet o tomar la composición en serio. Concéntrate en todo lo que te quedó y construye a partir de ahí una nueva mejor versión de ti.

—¿Una nueva mejor versión? ¿Una coja?

—Una sobreviviente. Britanny, no te puedo prometer que será fácil pero si te puedo jurar que estaré a tu lado si lo deseas. No te dejaré sola,  confía en mí.

—¿Cómo superaste lo de tus padres?

—¿Superar? Aún me duele su ausencia, no hay un  solo día que no los extrañe, pero mi forma de honrarlos es seguir adelante, mi padre tenía una rara forma de cáncer,  los médicos le dieron menos de 1 año de vida y el vivió más de dos, peleo con el dolor,  trató de ocultarnos  a mi hermana y a mi  cuanto padecía y al mismo tiempo lidiaba con las cuentas médicas y los gastos de una casa y dos niños. Trabajó hasta que su cuerpo fue vencido por la enfermedad todo con el fin de darnos techo y comida. Siempre tenía una sonrisa a pesar de que el cabello y las uñas  se le cayeran  y no parara de vomitar por la quimioterapia y la radiación. Mi madre había muerto unos meses antes de que fuera diagnosticado, mis abuelos paternos y maternos también  habían fallecido por lo que no había nadie a quien acudir, te imaginas lo solo y desesperado que debió haberse sentido. 

»Mi padre  no era un hombre creyente pero un día rebuscando entre las cosas de mamá encontramos su biblia,  una madrugada  escuché un ruido y me levanté , encontré a mi padre arrodillado en la sala orando a Dios, lo escuché suplicar por sus hijos en medio de un  llanto que casi no lo dejaba hablar, pedía tiempo para poder conseguir ayuda, a pesar de su desesperación y dolor no dije nada y me fui en silencio, poco tiempo después conocimos a Julián mientras mi padre estuvo  hospitalizado por un bajón en las plaquetas, desde ese momento él y muchos miembros de su iglesia estuvieron pendiente de nosotros, nos llevaban mercados, reunían dinero para ayudarnos a costear los gastos médicos de papá e incluso pagar los recibos de los servicios públicos, uno de los miembros de la iglesia, Ricardo Mackenzie, es médico, por instancia de Julián visitaba a mi padre semanalmente y logró que un reconocido oncólogo amigo suyo atendiera a papá sin cobrar un solo peso. 

»Hace poco me enteré que antes de morir mi padre le rogó a  Julián que cuidara de nosotros. Britanny, tu puedes  no creer en Dios, pero El si cree en ti y obra en nuestras vidas a través de aquellos que le aman. 

—Puedes usar tu dolor como excusa para llenarte de rabia o para marcar positivamente la vida de los demás,   dale a Dios la oportunidad de entrar en tu vida y glorificarse en ella, nada conseguirás dándole la espalda a Él y a quienes te aman.

—Tadeo, resignarme  es conformarme, no puedo aceptarlo, no es justo.

—Pues tendrás que aceptarlo porque quieras o no, no puedes borrar las consecuencias del accidente.

Las lágrimas empiezan a surcar mi rostro, estoy cansada de esta lucha sin sentido, de la soledad que me impuse a mí misma al alejar a todos de mi, necesito algo a lo que asirme para no seguir hundida en esta conmiseración que no me  ayuda en nada. 

—¿Podrías hablarme de tu Dios?

—Aun soy nuevo en esto, pero puedo llevarte con alguien que vive para  Él —pronuncia con una sonrisa.

—Prometeme que no me dejarás sola. Te han convertido en mi ancla a la cordura. A veces siento que he perdido el control de mi vida y por más que lo intento no logro asir el timón.

—Te prometo que estaré a tu lado hasta que tú y Dios lo quieran, porque si de mi dependiera la decisión, me quedaría toda la vida a tu lado.

—Toda la vida es mucho tiempo, Tadeo, somos demasiado jóvenes para hacer semejante promesa.

—Habla por ti y mira que no te estoy pidiendo ningún juramento o compromiso.

»Te estoy hablando de mí, de lo que siento por ti, pero como nota curiosa te advierto que mi padre conoció a mi madre a los 16, y aunque suene cursi y poco creíble, el siempre nos dijo que sólo le bastó conocer a mi madre para tener la certeza que había encontrado a la mujer de su vida.