La Marca del Eclipse Capítulo 12: El Ciclo Roto

La luna hueca giraba más rápido cada noche.

No emitía luz. No proyectaba sombra. Pero su influencia se sentía en cada rincón de Umbra. Las raíces del bosque se retorcían. Los portales del Bosque comenzaban a abrirse sin control. Y los sueños… ya no eran seguros.

Lyra despertó con la marca dividida.

No rota.

Dividida.

Dos lunas crecientes, enfrentadas, separadas por una línea de fuego.

Kael la observó en silencio. Su forma humana era inestable. Su piel cambiaba de textura. Su voz, de tono. Y sus ojos… ya no eran suyos.

—Tu marca está mutando —dijo—. Como si el eclipse quisiera replicarse.

Lyra lo tocó. —¿Y tú?

Kael bajó la mirada. —Estoy perdiendo el control. No sé cuánto tiempo más podré contenerlo.

*

Los aprendices también cambiaban.

Neris comenzó a hablar con sus sombras. Y ellas respondían.

Solan podía encender fuego sin mover un dedo. Pero no podía apagarlo.

Eira soñaba con el futuro. Pero no podía distinguirlo del presente.

Thalen flotaba incluso dormido. Y el viento lo llevaba a lugares que nadie conocía.

Lyra los reunió en el Santuario. —El ciclo está intentando completarse. Pero no como antes. Esta vez… quiere dividirnos.

Kael se acercó. —Y si lo logra, no habrá portadores. Solo fragmentos.

*

El Consejo se reunió en el Valle del Silencio. La luna hueca se reflejaba en el lago, pero ahora tenía grietas. Como si algo dentro intentara salir.

—¿Qué significa? —preguntó el líder Solari.

Lyra mostró su marca. —Que el eclipse está rompiéndose. Que el ciclo no quiere completarse. Quiere multiplicarse.

El líder Noctis se estremeció. —¿Y si lo hace?

Kael respondió. —Entonces cada portador será una puerta. Y el Otro Lado… se volverá este.

*

Los dioses elementales aparecieron esa noche.

No en forma.

En energía.

Cada uno habló a través de los aprendices.

- Umbrae, a través de Neris: “La sombra no teme dividirse. Pero teme perderse.”
- Solari, a través de Solan: “El fuego puede multiplicarse. Pero también consumir.”
- Noctis, a través de Eira: “El sueño puede fragmentarse. Pero no debe olvidarse.”
- Aetherion, a través de Thalen: “El aire puede dispersarse. Pero necesita centro.”

Lyra escuchó. Su marca ardía. Y entonces lo entendió.

El ciclo no debía completarse.

Debía romperse.

*

El ritual fue preparado en el Santuario. No para sellar. No para abrir. Sino para dividir.

Cada portador debía entregar una parte de su marca. No para crear una nueva. Sino para liberar la energía contenida.

Lyra se colocó en el centro. Kael a su lado. Los aprendices formaron un círculo. El cielo se oscureció. La luna hueca comenzó a temblar.

—¿Estás lista? —preguntó Kael.

Lyra lo miró. —No. Pero eso nunca me detuvo.

*

La energía se elevó. Las marcas brillaron. La luna hueca se fracturó. Y entonces… apareció.

Una figura.

No humana.

No divina.

Una conciencia.

Hecha de fragmentos.

—¿Quién eres? —preguntó Lyra.

La figura respondió con todas las voces. —El ciclo. El error. El intento. El eco.

Kael se adelantó. —¿Y qué quieres?

La figura se acercó. —Ser completo. Ser todos. Ser uno.

Lyra negó. —No lo permitiremos.

La figura se deshizo. Pero su energía quedó.

*

Cada portador canalizó su fragmento. La energía se dispersó. La luna hueca comenzó a romperse. El cielo se iluminó. Y el Santuario… se elevó.

Lyra sintió que su marca se dividía por completo. Pero no se rompía. Se multiplicaba. Se compartía.

Kael gritó. Su cuerpo se transformó. Pero no en lobo. En guardián puro. Hecho de sombra y luz.

Los aprendices brillaron. Sus marcas se estabilizaron. Y el ciclo… se rompió.

*

Cuando todo terminó, el cielo estaba claro.

La luna hueca había desaparecido.

El Santuario flotaba sobre Umbra, sostenido por magia viva.

Lyra cayó de rodillas. Kael la sostuvo.

—¿Lo logramos? —preguntó él.

Lyra sonrió. —No completamos el ciclo. Lo liberamos.

El Consejo se acercó. Los líderes se arrodillaron.

Y en el cielo, una nueva luna apareció.

No hueca.

No creciente.

Una luna compartida.

El legado… había comenzado.

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