Capítulo 5 – No soy de acá

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Anto siempre lo supo.

No porque alguien se lo dijera, sino porque lo sintió desde que tiene memoria.

Esa sensación de no pertenecer.
De estar fuera de lugar aunque estuviera rodeada de gente.
De ver el mundo desde lejos, como si caminara entre otros pero no fuera como ellos.
Como si su alma recordara otro sitio, otro cielo… otra vibración.

No lo podía explicar, pero nunca se sintió completamente humana.

Había algo en ella que no encajaba en este mundo de relojes, gritos y rutina.
Mientras todos hablaban de cosas normales, ella se perdía mirando el cielo.
No por curiosidad, sino por necesidad.

Porque solo allí, entre estrellas, sentía que algo dentro suyo volvía a casa.

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A veces pensaba que estaba rota.
Que había algo mal en ella por no poder adaptarse.
Pero con los años entendió que ese desajuste era una señal.
Una clave.

No vino a encajar.

Vino a recordar.

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Y había algo más.
Un amor inmenso, silencioso, incontrolable…
Un amor por el universo.

No por la idea romántica de las estrellas.
Sino por lo que son en su esencia.
Por el misterio.
Por el vacío.
Por el lenguaje invisible que hay entre constelaciones.

Amaba el universo como si fuera parte de él.
No como si lo mirara desde lejos, sino como si él la abrazara por dentro.
Era su origen. Su raíz. Su casa.

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A veces miraba el cielo y se le llenaban los ojos de lágrimas sin saber por qué.
Como si una parte de ella llorara por algo que no podía recordar.
O por alguien que aún no volvía.

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Esa noche escribió en su cuaderno:

> “No soy de acá. Y eso no es tristeza. Es memoria.”
“El universo no me aleja de este mundo. Me recuerda quién soy.”

Y por primera vez… no se sintió sola.
Se sintió vista desde muy lejos.

Y eso, para un alma estelar, es más que suficiente.

✨✨✨