Capítulo 13 – Lo sentí desde siempre

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Desde que tengo memoria, mirar el cielo me calma.
No solo por lo hermoso que es…
Sino porque me hace sentir que no estoy sola.

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La luna y yo siempre tuvimos una conexión.
No sé cómo explicarlo,
pero hay noches en que la siento hablarme.
Como si supiera lo que estoy pensando.
Como si me abrazara en silencio.

Cuando está llena, me da energía.
Cuando está nueva, me da espacio para ir adentro.
Y cuando la veo entre las nubes,
me da paz, aunque todo abajo esté revuelto.

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Siempre amé el universo.
No como algo lejano, sino como algo que vive conmigo.
Las estrellas, los planetas, la oscuridad del cielo…
todo eso me hace sentir en casa.

Yo no veo el universo solo como ciencia.
Lo siento como un lenguaje.
Una forma de decirnos cosas sin palabras.

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Y sí.
Siempre creí en los ovnis.

Desde chica, incluso antes de entender bien qué eran,
sabía que allá arriba hay más vida.
Más seres.
Más conciencia.

Nunca necesité pruebas.
No fue por lo que vi.
Fue por lo que sentí.

Cada vez que veo una luz moverse donde no debería,
cada vez que el cielo hace algo que nadie puede explicar…
yo solo pienso: “ahí están.”

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No todos lo entienden.
A veces te miran raro.
Te dicen que estás imaginando.
Pero yo aprendí a no callar lo que vibro.

Porque aunque no lo vean…
yo lo sé.

Y aunque nadie me crea,
yo lo siento.

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Hay quienes rezan mirando al suelo.
Yo rezo mirando al cielo.
Y sé que allá, entre las estrellas,
hay algo —o alguien—
que me escucha.

✨💫