La enfermedad 7

 Los sedantes habían hecho su trabajo llevándola a la inconciencia. Tenía que ser más que fuerte para salir de ese lugar, no descansaría hasta que para Ellen ella fuera lo suficientemente cuerda posible. Pasarían días, tal vez semanas para lograr salir de ese encierro. Se permitió pensar en su madre y divago un momento entre lo que sabía.

Según decía Ellen, había heredado la esquizofrenia de su madre, pero tanto su madre como ella sabía que tal cosa no era cierta. Ellas no eran esquizofrénicas, lo sabía muy bien, ellas no tenían delirios, veían imágenes representadas en sueños, eso a su parecer era distinto, nunca salió corriendo a decirle a su padre que había un monstruo en el cobertizo de la casa. Todo lo que le pasaba a ella y a su madre era algo que la ciencia no podría explicar, era algo que estaba fuera de su control. Ellen siempre decía que todo aquello por lo que atravesaba podía ser un gran bloqueo para su integración con la sociedad. Era cierto, no tenía amigos, pero eso no era a causa de la enfermedad, si no, que Ellen había recomendado a su padre no asistir a la segundaria. Que trajo aquello que era “Recomendable”, un gran problema con las multitudes que le causaban una ligera ansiedad. En resumen, su padre y Ellen la privaban de muchas cosas, las personas, sus decisiones y su vida sobre todo su vida. Pero de algo estaba segura y era que si era capaz de salir sana de esas cuatro paredes blancas todo eso acabaría, ya no más medicamentos, ya no más aislamiento. Tenía solo 15 años, eso lo sabía, pero era hora de que ellos también escucharan su voz, estaba cansada de todo aquello, se permitiría disfrutar de su adolescencia, y las cosas que traían con ellas. Pero había algo más importante que todas las cosas anteriores y era aquella voz, sabía que tenía que descubrir su precedente, y todo lo que trajeran con él.

Y sobre todo saber quién era Anabeth Jones en realidad.