16.-EL MANIFIESTO DE LA NUEVA AMANDA

Sentada en mi escritorio, con una libreta en blanco frente a mí, decidí trazar mi nuevo camino. Ya no sería solo una reacción a las expectativas de los demás. Sería un plan de acción, un manifiesto personal.

Mi primera meta: concentrarme en mis estudios. La tía Carmen siempre decía que el conocimiento era poder, y ahora lo entendía. Si quería ser la protagonista de mi propia vida, necesitaba estar equipada con las herramientas para tomar decisiones inteligentes. El manga me había enseñado sobre la estrategia en la batalla, y ahora era el momento de aplicarlo a mi futuro académico. Quería ser la mejor en mi clase, no para complacer a nadie, sino para mí.

Mi segunda meta: ser una mejor hija. Había pasado tanto tiempo luchando contra mi madre, que no me había dado cuenta de lo mucho que la amaba y lo que había sacrificado por mí. Ahora, era el momento de devolverle el favor. Cuidaría la casa, me encargaría de las tareas y, sobre todo, le demostraría que su confianza en mí no había sido en vano.

Mi tercera meta: seguir con mi arte, pero con un propósito. Mi pasión por el manga no era un escape de la realidad, sino una forma de entenderla. Decidí que mi próximo proyecto sería un manga sobre mi viaje. Sobre la "Convención de Amanda", la búsqueda de mi padre y mi lucha por la identidad. Quería que mi arte fuera un reflejo de mi vida, una historia que pudiera inspirar a otros.

Mi cuarta y más importante meta: aceptar la vulnerabilidad. Había pasado años escondiendo mi dolor por el abandono de mi padre detrás de una coraza de sarcasmo y rebeldía. Pero ahora, entendía que la fuerza no se encuentra en la invulnerabilidad, sino en la capacidad de ser vulnerable. De amar, de perdonar, y de permitir que las heridas sanen.

El camino a la madurez era un viaje, no un destino. Y yo, la nueva Amanda, estaba lista para recorrerlo. Con la libreta en la mano y el corazón lleno de esperanza, comencé a escribir mi historia, mi manga. Una historia que no sería sobre princesas, sino sobre una guerrera que encontró su camino.