Capitulo 4.

Debía reconocer que era bastante bueno escogiendo platos para cenar, pero a pesar de que la comida estaba más que exquisita, no podía detener la curiosidad que yacía en mí, por descubrir el contenido de la caja misteriosa. Al parecer mi curiosidad era más que evidente ya que luego de estar admirando el papel rojo que la envolvía durante varios minutos, Jaspers se aclaró la garganta y estiro su brazo hasta alcanzar el paquete que esperaba pacíficamente sobre una mesilla junto a la nuestra. 

-No podía venir a una cita, sin traer un regalo apropiado. Espero no incomodarte.  

     Tarde un instante en responder, porque mi cerebro se había detenido a analizar la palabra “cita” saliendo de sus labios carnosos. No todos los días podía cenar con mi jefe en un restaurante de lujo, verlo reír, descubrir lo asombrosamente apuesto que es y, para cereza del postre, que él considerara la situación como una cita.  

-No, descuida. No me molesta para nada; de hecho, también te traje un regalo. -Él miró en todas direcciones en busca de su regalo así que me apresure a explicarle. - ¡No está aquí! Es decir, si lo traje, pero no era un lugar adecuado para entregártelo así que lo dejé en la tienda de un amigo. Está a unas calles de aquí.  

-¿Sueles dejar tus regalos en su casa? 

-¿Qué? ¡No! Es solo que este regalo en especial es un tanto diferente y no podía traerlo al restaurante. 

    Por unos minutos la conversación se congelo y creí que había metido la pata, pero entonces Jaspers hablo nuevamente.  

-Muy bien, pero también tengo una petición especial para el regalo que te traje.  

-¿Y cuál sería? 

-Que lo abras una vez estés sola.  

-¿Seguro? 

-Muy. Ahora, dime; Beca es un nombre muy original. ¿Se le ocurrió a tu madre o a tu padre? 

    Me tomo por sorpresa el drástico cambio de tema, pero me repuse lo mejor posible antes de responder. Además, era un tema sensible. 

-No, no fue ninguno de mis padres; mi hermana mayor escogió mi nombre. A ella le fascinaba una serie donde la protagonista se llamaba Rebeca y en cuanto supo que tendría una hermana, dijo que su nombre seria Rebeca. Aunque, jamás usan mi nombre completo, eso solo lo hacía ella. Para el resto solo soy Beca.  

-Hablas de tu hermana en tiempo pasado… 

    Dijo mientras bebía de su copa mirándome directamente a los ojos.  

-Si. Sophia… ella partió hace unos años a raíz de un accidente de tránsito.  

-¡Cuánto lo siento! No tenía idea, no debería ser tan entrometido. 

-No, tranquilo. Es un tema sensible para mí, pero no prohibido como para no hablar de ella. De hecho, aún espero a que el causante del accidente sea hallado.  

-¿No lo encontraron? 

-No. La policía cerró el caso el año pasado a pesar de mis súplicas para que no lo hicieran. Fue entonces cuando mis padres decidieron mudarse al campo, lejos de todo.  

-Entiendo. 

-¿Y que hay de ti?  

    Él tomo aire como si le doliera respirar y por un momento creí que no hablaría, pero entonces lentamente lo hizo. 
 
-Nos conocimos en la Universidad; ella estudiaba abogacía al igual que yo. Es una de las carreras que estudie, estaba haciendo dos carreras simultáneamente.  – Aclaro cuando vio la sorpresa en mis ojos. - Comenzamos a salir en nuestro segundo año de estudio y parecía que la relación iba bien, ya sabes, una típica pareja de universidad con sueños de una casa familiar, hijos, mascotas y demás. Cuando terminamos la carrera, nos comprometimos; ella parecía realmente feliz. Pero ambos comenzamos a trabajar, Samantha en un buffet de abogados muy prestigioso y yo en la empresa familiar. Poco a poco empezamos a distanciarnos sin darnos cuenta; la relación era más una rutina que amor. Entonces, hace 4 años el gran día llegó, pero resultó ser el momento en el que me enteré de su engaño y a su vez me plantó en el altar. No he vuelto a saber de ella desde entonces.  

    Era increíble como el momento que marcó nuestras vidas para siempre y nos destruyó, pero fortaleció al mismo tiempo, ocurrieran justo el mismo año.