Capítulo 10

-Hola, má - saludo Ingrid, saliendo de su cuarto.

Pasando por el espacio abierto de paredes blancas hueso. En la izquierda se encuentra la ventana debajo de la cual están dos sofás y dos sillones de cuerdas de madera. Al final está la puerta de la entrada. En la derecha hay una mesa con sillas que se usan como comedor y la cocina, un pequeño espacio con una isla decorada con azulejos de patrones florales azules. En el final del pasillo está el baño, mientras que a lado derecho de su cuarto es el de su mamá.

-Hola, hija.

Vestida en unos pantalones cortos de pijama y pequeña camiseta de la misma tela, se apoya a la isla.

-¿Dormiste bien? - pregunta mamá, mientras ella bosteza.

-Con el día de ayer que tuve - pasa los dedos por cara sin expresión, respondiendo.

-Bueno, menos ahora sabes que Klarrisa está bien - le dice, mirando hacia la puerta encerrada de cuarto.

Poniendo la vista en la misma dirección, contesta:

-No la quise despertar.

-Déjala que descanse, como sea yo trabajo en la tarde y puede quedarse hasta que quiera.

-Voy al baño y vuelvo a ayudarte con el desayuno.

-Anda, que todavía te queda vestirte antes de que te vayas al trabajo - le dice mamá mientras se está dirigiendo hasta la próxima puerta.

El humor de Óscar no cambio ni después de haberse levantó. Cuando regreso anoche después de haber dejado Klarrisa frente la casa de Ingrid, se encontró con sus padres manteniendo una pelea. Sandra no permitió a Reynaldo que la reprendiera por lo que había hecho, iniciando así una pelea.

La mesa de desayuno se encuentra en el silencio cada uno en su mundo.

-Voy a ir por Klarrisa - rompiendo el silencio, informa papá.

Levantando la mirada se encuentra con que las palabras fueron dirigidas a él porque papá lo está mirando, ignorando la presencia de su esposa del otro lado de la mesa.

-Está bien - dice, levantando la taza del café. - ¿Quieres que le avisé?

-No es necesario, yo lo hice.

-Muy bien, entonces yo me voy por mi lado - revela, levantándose de la mesa -, buen día a todos - dice, con las manos en la mesa, dándose la vuelta después para abandonar la casa.

Eva dejó Reynaldo entrar a la casa.

-Hola, señor - secamente saluda Ingrid que salió en ese momento de su cuarto.

-¿Y dónde quedó lo del tío? - con una leve sonrisa, la pregunta Reynaldo.

-Ahí donde quedó la niña - responde.

-Ingrid - alarmada, la reprende mamá.

-¿Qué? Es verdad - dice, sirviéndose un vaso de agua.

-No te preocupes, tiene razón - con la sonrisa, asegura Reynaldo a Eva.

-Papá - del cuarto sale Klarrisa, sorprendida de verlo.

-Hola, mi niña, ¿te sientes mejor? - acercándose le pregunta.

-Sí. Me hicieron sentir mejor que en casa - sonriendo mira a Ingrid.

-Bueno, yo los debo dejar o llegaré tarde - comenzando como loca recorrer la casa, informa. - Tienes el mensaje de Baldo, dice que va a venir - hace saber a Klarrisa.

Volteándose a la puerta, dice a mamá:

-Voy a llegar más tarde, solo para que sepas. Baldo puede llegar en cada momento, para que seas enterada. Chao.

Al hacer el paso fuera de la casa ve a Baldo por lo que lo deja pasar, saludándolo:

-Hola, Baldo.

-Hola, Ingrid.

-Mamá, vino Baldo - levanta la voz para que la oigan en la casa y se va hacia el quad.

Apoyado a la pared, Óscar espera que Ingrid llega para poder entrar. Oyendo el motor del quad, dirige su mirada a la dirección de la que viene...

Bajando del quad, Ingrid se dirige a su lugar del trabajo. A penas se sentó y tuvo el tiempo para soltar el aire cuando una sombre oscureció la poca luz que entra en la caja.

-Hola - el saludo viene de una voz masculina y sonriente.

-Buenos días, ¿Qué puedo hacer por usted? - forzando la sonrisa, pregunta Ingrid.

-Salir conmigo - sinceramente intenta Óscar. Viendo la expresión seria con la que lo mira acompañada con la ceja levanta y sin la sonrisa inicial, Óscar aclara la garganta y dejando caer su propia sonrisa, dice:

-Dame el boleto de varias horas, el máximo que puedes.

Viendo su expresión casada, Ingrid deja caer los hombros y su expresión dura de alerta.

-Un boleto para el olvido - dice, entregándose lo -, sé lo que se siente.

-No hay mejor manera para olvidar que sumergirse en la vida sobre pantalla.

Cruzada de brazos y levantando la cabeza con la leve sonrisa, agrega:

-Siendo verdadera o no, es la mejor en estas circunstancias.

-Parece que tú también necesitas una.

-Por el momento no es posible, después quien sabe - encogiéndose de hombros, le responde.

-¿Me dejas comprártelo? - sonriendo pregunta, apoyado sobre el mostrador.

-Gracias, no es necesario - borra la sonrisa una vez más, sin dejar de mirarlo con la barbilla apoyada sobre el puño.

-Para mí no sería ninguna molestia, si no me permites acompañarte menos algo...

-Trabajo aquí de tanto tiempo que ya ni no pago las entradas, así que de verdad no es necesario.

-Está bien - decidiendo no forzarla. - Gracias - dice, levantando el boleto.

-A ti también - sinceramente lo dice porque por un momento le hizo olvidar el día anterior.

Solo para no estar en casa, Óscar se pasó todo el día dentro de las salas de cine, mirando todas las películas sin importar la categoría.

 Volteando a mirar por la sala mientras espera que comienza su última película del día. Los ojos de Óscar se posan en filas de arriba, donde en una silla del final, se encuentra Ingrid acompañada por una botella de agua y palomitas. Saberla ahí le saca una sonrisa, saber que tienen los mismos gustos, lo hace estar más convencido en su plan.

Ingrid decidió relajarse mirando una película antes de irse para la casa. 

Polos opuestos, película italiana que trata de los novios de la infancia que vuelven a encontrarse después de años. Ella, madre soltera, abogada de divorcios, vegetariana y romántica empedernida. Prefiere vino blanco, montaña y a Roma, ama despertarse tarde y estar cómoda. Él, terapeuta de parejas, vive separado de su esposa, amante de la carne y vino tinto. Ama despertarse temprano, el mar y el deporte, la Juve.