Capítulo 19

Con el resto de las flores, Ingrid entro en el hotel. Mirando a todos lados con cautela y admiración, se dirigió a los elevadores. Entrando en uno se encontró con el problema que el piso de la administración está cerrado al público y se puede llegar solo ingresando la tarjeta. A su suerte, en el elevador entro un hombre con la tarjeta.
-¿A qué piso va? - la preguntó.
-El mismo - dijo con una leve sonrisa, esperando no ser interrogada.
Cuando llegaron se despidieron:
-Que tenga buen día - le dijo el hombre con amabilidad.
-Igualmente, gracias - dijo, saliendo y mirando con curiosidad.
Se movía con cuidado por el pasillo buscando la oficina, hasta que no llego hacia una que llevaba su nombre.
Sin pensar mucho en la educación, abrió la puerta, adentrándose a la oficina.
-Ingrid - dijo Óscar, sorprendido.
-¡Aquí tienes tus flores! - le dijo tirándoselos.
Se aferró a esa ira para no arrepentirse de haber lastimado las flores.
-¿Qué? - dijo sorprendido.
-¡No lo vuelves hacer o te va a ir mal! - lo advirtió.
-Primero: no grites, que no estamos en la calle. Dos: ¿Te puedes tranquilizar? - la preguntó dando el paso adelante con las manos enfrente.
-¡No! - grita más fuerte y con los ojos para fuera.
-No te tome por alguien que ama ser centro de la atención.
-Y no lo soy, me estás sacando del quicio.
Óscar comenzó reír, enojándola más.
-Ay, me estás confundiendo. Siempre estás tan fría o enojada, en cambio, ayer...
-Que no se te ocurra mencionarlo - lo advirtió con el dedo.
-¿Y por qué no? - pregunto, acercándose más.
-Porque no comprendo, ¿por qué lo hiciste y que pretendes? - le respondió con las preguntas.
-Lo podemos aclarar cuando quieras. En este momento si gustas - dijo, enseñando a la silla.
-Contigo ni a la esquina.
-Difícil, tenemos una cita pendiente si olvidaste. Me prometiste que iras al cine conmigo.
-Yo nunca hice esa promesa.
-Lo hablamos.
-Y te di largas, no promesas.
-Para mí, suficiente - dijo.
Se alejó de la mesa caminando en su dirección.
-¿Qué haces? - preguntó, viéndolo ir hacia ella y dio un paso al costado.
-La puerta - contestó, cerrándola. - ¿O quieres que todo el piso te oiga? - preguntó cerca de su oído mientras la mano con la que empujó la puerta todavía descansa sobre su hombro porque no se movió lo suficiente.
-No lo hagas - dijo en voz baja, bajando la cabeza y alejándose.
-No te hago nada.
-Si lo haces y lo sabes - le reprochó sin mirarlo.
Como no volvió levantar la mirada no se dio cuenta de que se le acercó hasta que no sintió que le está tomando las manos, lo que la sobresalto.
-¿A qué le temes? 
Esa pregunta la sorprendió tanto que giro la cabeza a mirarlo. La cercanía los mantuvo los dos en el silencio, sin soltarse las manos.

-Sandra trama algo de nuevo - dijo Reynaldo entrando, desde el momento en el que abrió la puerta.
-Hola a ti también.
-Perdón, hola. Es que no sé dé qué se trata y me da miedo que intenta hacerle algo a Klarrisa.
-Es su hija, no le va a hacer nada - le aseguro.
-Es fácil para ti, no la conoces.
-¿Olvidaste lo de niñas? 
-Era otra cosa.

Tirando de sus manos se aleja diciendo:
-Deja de confundirme.
Sin darle la oportunidad de hablar se apresuró a salir de ahí.
-¡Ingrid! - dijo, corriendo detrás de ella.
La alcanzo frente los elevadores donde volvió a repetirle:
-Déjame y deja de hacerlo - le dice antes de entrar en el elevador.

-¿Dónde vas? - escucho que pregunto papá.
-Al cine con Ingrid - le respondió Klarrisa.
Viéndolo como la mejor oportunidad, la siguió desde lejos.
-Hola - se saludaron felices con un abrazo.
Para entonces seguir con la moto hacia el cine.
Ahitado por correr detrás de ellas, logro llegar al tiempo para verlas entrar.
-Un boleto - dijo, teniendo el dinero ya preparado.
-Aquí tiene - dijo el vendedor.
-Gracias - dijo y se alejó con paso apresurado para que no las pierda.
Quedo en la entrada del salón observando donde se sentaban y cuando las luces se apagaron, se acercó al asiento que tuvo en la mira todo el tiempo, ese que está a lado de Ingrid.
-No puede sé - dijo Ingrid, cuando se sentó.

Arriesgando todo durante la película, la agarro de la mano. Al ver que no la quita, sonríe mirando hacia ella. Las luces que le caen en el rostro le hacen pensar que ella también sonríe.

-Era buena - salieron comentando la película.
-No era mala - comento sin mucho sentimiento.
-¿Por qué te detienes? - la pregunto, viendo que se detuvo en frente de cine.
-Mira y verás - dijo, mirando la entrada con las manos cruzadas.
Lo que estaba esperando vino.
-¡Óscar! ¿Qué él hace aquí? - pregunto Klarrisa, sorprendida.
-No sé, pregúntalo - respondió enojada y con los brazos cruzados.
-¡Óscar! - lo llamo con algo de enojo.
-Hola, chicas.
-¿Qué haces aquí?
-Te siguió, es obvio - dijo, incapaz de permanecer en silencio.
-¿De verdad lo has hecho?
-No, ¿por qué lo haría?
-Difícil adivinar - murmuró al costado.
-Los escuché pelear esta mañana y quiero una explicación, ¿Qué pasa? - lo dijo mirando a los dos.
-Aquí lo tienes - dijo apuntándolo.
-¿Por qué no lo haces tú?, como sea mi respuesta, no te gustará - le contradijo.
-Como decía la película te doy "La última oportunidad" para que lo termines - lo advirtió.
-No tengo que terminar si no me permites que comienza nada.
-Exacto. Tus cortejos y tus rosas conmigo no funcionan. Eso es lo que pasa - contesto.
Óscar suspiró, negando con la cabeza.
-Vamos, las llevo a comer pizza - les dijo.
-¡De verdad, ¿a ti que te hicieron en la cabeza?! - le gritó.
-¿Qué? Así los hacíamos antes - la recordó sorprendido.
-No quiero ir contigo a ninguna parte - le respondió.
-No me pareció así adentro - dijo sonriendo enigmáticamente.
-No te atrevas - le dijo irritada, acercándose y levantando el dedo.
-Ok, ya basta. ¿Soy pintada o qué? ¿Qué les pasa? Tengo hambre, ¿Puedes aceptar esa pizza? - pidió Klarrisa.
-Solo por ti - la advierte.
-Gracias. ¿Dónde vamos? 
-A la de siempre, vi que sigue abierta - contesto Óscar.
-Vamos - acepto con manos cruzadas y comenzaron a caminar.