Capítulo 17: El Juego Final

Isabella y Gabriel sabían que no podían darles a Reynald y Vivienne la oportunidad de atacar primero. Debían adelantarse… y desenmascararlos antes de que el peligro creciera.

—Si los enfrentamos directamente, lo negarán —susurró Isabella mientras caminaban por un pasillo apartado—. Necesitamos pruebas.

Gabriel asintió, su mente calculando cada movimiento.

—Los hombres que intentaron asesinarme siguen en los calabozos. Si logramos que hablen antes de que Reynald los silencie, tendremos lo que necesitamos.

—Mi madre tiene influencia con el carcelero —dijo Isabella—. Si logramos verlos a solas, podríamos… persuadirlos.

La determinación en su voz hizo que Gabriel la mirara con admiración. La princesa que antes temía este matrimonio ahora estaba luchando a su lado.

—Vamos —dijo él—. No tenemos mucho tiempo.

El calabozo estaba frío y húmedo. Los guardias, convencidos por la reina, los dejaron pasar sin hacer preguntas. Los dos prisioneros estaban encadenados, con el miedo pintado en sus rostros.

—Sabemos que no actuasteis solos —dijo Gabriel con voz firme—. Hablad ahora y os aseguro que podréis vivir.

Uno de ellos soltó una risa amarga.

—¿Y qué nos asegura que no nos matarán después?

Isabella se acercó, sus ojos ardiendo de determinación.

—Si no habláis, moriréis de todas formas… pero a manos de vuestro propio patrón. Lord Reynald no permitirá que sigáis con vida si hay riesgo de que nos digáis la verdad.

El prisionero tragó saliva. Sabía que Isabella decía la verdad.

—Fue Reynald… —murmuró finalmente—. Y Lady Vivienne. Ellos planearon el ataque.

Gabriel e Isabella se miraron. Tenían lo que necesitaban.

Pero antes de que pudieran reaccionar, un estruendo sacudió el calabozo. Un grupo de hombres armados irrumpió en la sala.

—¡No pueden salir de aquí! —gruñó un soldado con el emblema de Reynald en su armadura.

Gabriel desenvainó su espada en un parpadeo.

—¡Isabella, atrás!

Ella obedeció, pero su mirada no mostraba miedo. Sabía que esta batalla definiría su destino.