Una mentira

Papá había llegado a las 7 de la noche. Papá se veía acabado y cansado. Al papá llegar a casa, saludó a Laura, después, papá se acostó en el sofá, quizá esperando a que le diera sueño y luego dormirse.

Laura iba a entrar a su habitación para terminar una actividad escolar que ella tenía pendiente y luego dormirse, pero al girar el pomo de la puerta, escuchó a su padre llamarla.

Laura se dio la vuelta y se sentó en el sillón que estaba al lado del sofá, esperando a ver qué diría su padre.

—Las vecinas me dijeron que quieres tener un novio extranjero —dijo con seriedad papá.

—¡¿Qué?! —exclamó Laura con los ojos desorbitados.

—Así que déjame explicarte porqué yo preferiría que no fuera así —siguió hablando el papá de Laura.

Laura no hablaba, porque ella estaba tratando de entender, de dónde las vecinas se habían sacado que ella quería un novio extranjero, cuando ella nunca en su vida había manifestado ese deseo en voz alta; ella ni siquiera le había dicho a alguna de sus vecinas que quería tener novio. Era una mentira que Laura quisiera tener un novio extranjero. Ella había pensado hace un tiempo en tener novio, pero del mismo país de origen.

—Si vas a conseguirte un novio Laura, procura que sea uno de nuestro mismo país, fácil de localizar —continuó hablando su padre seriamente—. Hay muchos casos de hombres extranjeros que se llevan a las mujeres a su país, y luego a las familias de esas mujeres, les termina siendo muy difícil contactarlas, o de plano, nunca más pueden volver a contactarlas.

Laura estaba indignada ¿cuál de todas esas señoras se había inventado ese chisme?

—Papá, no le hagas caso a las vecinas, y voy a informarte que, yo no quiero ningún novio extranjero —dijo con seriedad Laura, mientras se ponía de pie y se acercaba al pomo de la puerta de su habitación.

Lo que se inventaban esas señoras para entretenerse a sí mismas.