Capítulo 16.- Sólo a ti

Thom me abrazó con su brazo sano, y me di cuenta de lo alto que era cuando apoyó su barbilla en mi cabeza. Me quedé quieta y reflexioné. Thom podía haber muerto, y todo, porque creían que él tenía mi destino...

-Nos vemos luego- dijo Aless arrastrando a Esme al otro lado de la casa.

Me avergoncé cuando me di cuenta lo cerca que estaba de Thom. Me sentía abochornada y ridícula. Por eso se habían ido las chicas.

-Lo siento- dije sin poder mirarlo dándome la vuelta y dando un par de pasos hacia la casa de los abuelitos de Esme.

Pero me detuvo a medio camino, sujetando mi mano con su brazo bueno.

-No pasa nada- respondió después de aclararse la garganta.

-¿Estás realmente bien? -pregunté cuando hizo una mueca y se encogió hacia su brazo inmovilizado.

-Sí- me respondió, pero fui hacia su hombro-... ¡Ah! Eso duele.

-No estás bien- le reclamé enojada.

-No hay de qué preocuparse. Sólo estaba en la sala, tocando el violín cuando la bomba explotó en el jardín. Sólo estaba demasiado cerca. Me disloqué el hombro en la caída, ya lo colocaron, pero duele ligeramente.

-Eso no es estar bien... Estaba preocupada- admití viendo lo último del sol esconderse.

-¿Me echaste de menos?- preguntó con una sonrisa fanfarrona mientras se apartaba el flequillo con la mano buena.

-Sí, no había nadie para molestarme- le sonreí haciendo que su sonrisa disminuyera un poco -. ¿Te cortaste el cabello?

-Un poco, el fuego me lo chamuscó un par de milímetros- admitió viendo su flequillo más corto de lo normal.

Antes de rozaba la punta de la nariz, y ahora apenas cubría sus cejas. Me senté en la hamaca e hice que se sentara a mi lado.

-¿Y tu padre?- pregunté un poco molesta.

-Él está bien. Nada le ocurrió porque no estaba en la casa- su expresión se puso triste, pero más enojado -… Cuando explotó la ventana y entró el fuego que me empujó, las alarmas se dispararon. Sólo me acuerdo que me dolía todo, pero por el golpe en la cabeza, todo pasó muy rápido y no recuerdo casi nada. Desperté en un hospital, cuando mi padre ingresó a la habitación, le dije que por eso prefería mil veces estar en la Academia, que esa casa. Era horrible estar yo solo siempre. Los sirvientes no son mi familia- se desplomó en mi hombro sin darle importancia, aunque yo sí me sentí un poco incómoda, pero estaba tan magullado, que lo dejé pasar -. No me dejaba regresar a la Academia, pero me obliga a estar en la casa de- lo miré advirtiéndole que no dijera nada de Esme -… Esmeralda. Volvamos a la Academia, Beth- me ofreció con una sonrisa.

-No podemos- le respondí acariciando una herida que empezaba a cicatrizar en su mejilla -. El papá de Esme y el Director están reforzando los Escudos de la Academia, y tienen que apagarlos o algo así, por eso ahora todos estamos aquí… ¿crees que lleguen Niel y el resto?- pregunté animada.

-Lo desconozco- respondió molesto levantándose y dándome la espalda.

-¿Estás bien?- pregunté por si algo le dolía.

-Sí, es mejor que entremos a la casa- respondió serio.

-¿Estás bien?- volví a preguntar.

-Que sí- respondió y empezó a caminar por donde Esme y Aless regresaron.

Lo seguí, preguntándome qué bicho le había picado. Hacia un rato estaba bien y tranquilo, ¿lo había lastimado en algún lado?

Iba medio distraída y no vi la manguera que estaba fuera de su sitio. Me tropecé y caí sobre mis manos. Me raspé ligeramente las palmas, pero nada grave.

-¿Estás bien?- me preguntó cuando llegó corriendo, se había adelantado.

Yo sólo me reí de mi misma y me giré para ver las estrellas. Era diferente al cielo de la Academia, pero igual de hermoso.

-¿Estás loca?- preguntó preocupado sentándose a mi lado.

-Casi- respondí con una sonrisa -. Es sólo que aquí huele diferente.

Empezó a olisquear a un lado y al otro.

-¿A campo?- preguntó confundido.

-No… a libertad- dije estirándome -. ¿No lo sientes? Es maravilloso salir de la Academia.

-Eres rara, Beth- dijo antes de reír conmigo.

Se tumbó a mi lado, y nos quedamos así por un rato, hasta que me miró y yo a él. Estaba consciente del frío de la noche que empezaba a bajar con mayor velocidad, o la ligera humedad del suelo… pero nada de eso me molestaba, ni siquiera la incomodidad de la hierba clavándose en mi cuello y manos. Nada importaba. Mi mirada se quedó en sus ojos de hielo y vi algo que no había visto antes, una calidez que hacía que mi corazón latiera a mil por hora. Sentía que mi cara ardía, pero no quería dejar de estar en sus ojos, y seguí así hasta que decidió acercarse más a mi cara…

-¡Beth!- gritó Aless haciendo que me levantara de golpe, era un grito de urgencia.

Me molesté y me tensé por la incomodidad de estar ahí, en lo que fue un casi beso.

-¡Mami!- gritó Aidan con la misma urgencia.

-¿Mami?- preguntó confundido Thom.

-Es todo un poco extraño- dije con la voz estrangulada -, pero ahora regresemos.

-¡Muévete, Thom!- gritó de nuevo Aless -. ¡Para ahora!

Thom tomó mi mano y me llevó corriendo a la casa, pero antes de cruzar la puerta, una bomba explotó y tropecé cayendo sobre mi lado derecho por el tirón que Thom hacía para que corriera, haciendo que él me soltara. Vi su cara asombrada en cámara lenta mientras él caía hacia delante, dentro de la casa. Una barrera se levantó frente a mis ojos, y cuando intenté entrar, unas ondas aparecieron en esa barrera semitransparente amarillenta, impidiéndomelo. Sentí mi pánico en los ojos de Aidan, Aless, Esme y su madre. Miré detrás de mí y observé el humo y el polvo que llegaban con las pisadas de varias personas.

La madre de Esme, junto a la abuelita, intentaban abrir el Escudo con un Círculo Mágico, pero se abría muy lentamente. El resto de adultos iba por sus hijos, y todo era caótico en el interior. Volví a mirar hacia atrás, a ese grupo de gente que me parecía muy peligrosa.

-¡Escóndete!- escuché de Aidan entre los gritos de todos, cuando lo levantaron y lo llevaron a la fuerza al centro del salón.