Los Espejos Blancos

Había comenzado sin estruendo. Sin guerra. Sin caída de meteorito. Sin explosiones en el cielo.
Solo sacudidas lejanas. Ruidos apagados que subían desde las entrañas de la tierra.
Luego, columnas de ceniza se alzaron en silencio sobre las crestas negras de Islandia, las costas calcinadas de Nápoles, los volcanes dormidos del Pacífico.
Columnas de ceniza alcanzaron la estratósfera, arrastradas por los vientos de altura.
El cielo del mundo se volvió turbio, metálico, velado.
Después las alteraciones climáticas. Los veranos fríos.
El otoño de 2031 se desplomó en un gris plomizo.
Pronto circularon cartas que no se publicaban.
Cuadernos manchados de escarcha encontrados en cuerpos congelados.
Un objeto. Un lugar. Una causa.
No volcánica. No natural.
Algo estaba actuando…