Dia: 2

- Sí, mamá, nos dan comida... No, no es chatarra; sí, está comiendo bien... ¡Ay no, mamá, qué asco!... No creo que me haga daño... No, no surgirá efecto... De acuerdo... Yo también, adiós.
Ya es el segundo día y literalmente tengo 27 llamadas de mamá. Entiendo que no estamos juntos pero, ¿Qué puede llegar a pasar de malo dentro de la escuela y con tantos directivos y profesores vigilando? Hay que decirlo, a veces exagera un poco.

Mí hermano llevó su pelota de tenis y la ha estado golpeando contra la pared durante media hora sin parar. Lo inquietante es que ni siquiera ve donde cae la pelota y de igual manera la atrapa; está tendido en el suelo con las piernas estiradas sobre la pared, observando un punto fijo en el techo como si fuera lo más interesante del mundo. Creo que su imaginación es demasiado limitada como para conseguir algo entretenido para hacer que no sea su computadora, la Xbox o el celular. Quizás debería acercarme, no tengo nada más para hacer.
Cuando llegué a su lado, se jactó de mí presencia sin siquiera mirarme.
- ¿Soy un chico presumido, egoísta y agresivo? - Sus palabras me tomaron por sorpresa. Antes de responder, se incorporó luego de atrapar la pelota y prosiguió - Porque yo no me considero así; es decir, no creo ser horrible, voy al gimnasio, hago deportes, tengo mí físico formado y mamá es una mujer atractiva, y me parezco a ella. Siempre dono a caridad la ropa que ya no utilizo, y ayudo a mis compañeros en las materias que entiendo. Lo más agresivo que hice fue matar a un mosquito y golpear a un tipo que molestó a una alumna de segundo año. ¿Qué me falta para ser suficiente? ¿Por qué no les agrado?

"Ser suficiente..." La palabra retumbó en mí cabeza impulsando una respuesta. 
- No sé quién te ha dicho todas esas cosas, pero claramente no te conoce, además, ¿Desde cuándo te importa lo que piensen de ti? Eres el adolescente más confiado que conozco, y con razón.
- Es que, no me preocupa cuando viene de las personas de afuera, pero son mis amigos. Se supone que son los que me conocen, ¿Por qué dirían esas cosas de mí? - Por primera vez, ví a Jake Montgomery, con los ojos llorosos mientras cuenta algo; esto le afectó en serio.

Nos mudamos aquí hace tres años, casi cuatro. Nuestros padres consiguieron trabajos en el centro de la ciudad; buena paga, buenos puestos y buena vivienda. 
Para nosotros fue muy difícil adaptarnos a la "nueva vida"; mí hermano y yo buscábamos lugares apartados, casi escondidos, donde no hubiera demasiada gente, para no sentirnos tan lejos de lo conocido. Luego se volvió casi imposible, estábamos rodeados de lo desconocido. 
La jefa de papá nos consiguió becas en una de las mejores escuelas de la ciudad. Jake estaba indignado, había pasado de ser el capitán del equipo de básquet, a ser el que molestaban en los pasillos. En las vacaciones de invierno ví a Jake como loco, quería encajar. Ropa nueva, nuevo look, nuevo físico y nueva personalidad.
A la vuelta de las vacaciones, entró en la escuela con paso firme y confiado, como nunca antes; creyeron que era nuevo en el colegio, nadie lo reconoció. Se unió al equipo de básquet; fue elegido como mejor compañero en diversas ocasiones; en el baile de otoño lo nombraron rey del baile; tenía una reputación realmente envidiable, y la mantuvo, hasta ahora.

- Tus amigos saben lo que eres. El que haya inventado esas cosas sobre ti, pronto tendrá que callarse, porque tú eres una buena persona, y las buenas personas siempre tienen abogados defensores a su favor.
- Gracias, Jaeny. Tienes muy mala puntería - finjo una cara de ofendida mezclada con asombro y le pegó una patada en la pierna - ¡Oye, no me dejaste terminar! Iba a decir que tienes muy mala puntería pero sabes escuchar y aconsejar.
- ¡¿Y lo de la puntería a qué viene?!
- A nada, sólo quería molestarte. Para eso nací, hermanita. - Se ríe y vuelve a la posición anterior. Parece menos preocupado, espero haber ayudado.