CAPÍTULO 19 – Lo que nunca dije

Adrik – Presente

Nunca fui bueno con las palabras.

El silencio era mi refugio.
El acero, mi escudo.
Y la venganza, mi alimento.

Pero ella…
ella estaba tumbada a mi lado, con la cabeza sobre mi pecho y los dedos trazando figuras invisibles sobre mi piel.
Y entendí que si no hablaba ahora…
la perdería sin que nadie disparara.

—¿Quieres saber quién fui antes de ti? —le pregunté en voz baja, casi sin respirar.

Ella no se movió.
—Solo si tú quieres contarlo.

Tragué saliva.

—Mi madre me abandonó a los tres años. No la recuerdo, solo una melodía que tarareaba. Mi padre era el líder de este infierno, y me crio como si fuera una extensión de su rabia. Me entrenó para matar. Para mandar. Pero nunca para sentir.

Ella me tomó la mano.
La apretó.

—A los once, vi morir a mi mejor amigo. Lo mataron para darme una lección: que el afecto era una debilidad. Y desde ese día, no me permití volver a sentir… hasta ti.

Ella me miró. Tenía los ojos brillosos.

—Por eso te fuiste —dijo.

—Porque pensé que te estaba contaminando. Porque tenerte cerca me hacía más humano… y eso me aterraba.

Se sentó sobre mí, a horcajadas. Me miró desde arriba, y por primera vez en años, no me sentí el que tenía el control.

—Adrik Demyanov… ¿tú sabes cuánto te amo?

—No lo merezco.

—Por eso lo haces.

Y me besó.
Suave.
Lento.

No hubo prisa.
Solo una danza de labios y piel.
Una redención en forma de caricia.

Me tocó como si su amor pudiera borrar mi oscuridad.
Me hizo el amor como si su cuerpo fuera la única verdad que conocía.
Y yo… me rendí.

Nos movimos despacio. Sintiendo. Respirando.

—No quiero ser solo tu refugio —susurró en mi oído—. Quiero ser la guerra que eliges luchar.

—Ya lo eres.

Nos abrazamos después. Sin palabras.
Porque esta vez, el silencio no era una barrera.
Era paz.

---

Valentina – Pensando más tarde

No sé qué viene.
No sé si sobreviviremos a lo que se acerca.

Pero ahora sé que él no solo es mi tormenta.
También es mi hogar.

Y por él…
estoy lista para lo que sea.