XXVIII: Los Restos

Antes de que pueda morir aplastada, Caden camina hacia mi. Mi corazon desenfrenado no me permite pensar ni procesar que ha ocurrido ni como…solo se que Caden lo hizo.

Su mirada aun no se ha suavizado. Pero se inclina hacia mi y dejo que me tome en brazos. Me carga y camina lejos de la hierba alta. Escucho detras de nosotras el impacto seco de lo que debe ser el cuerpo de la criatura. Me estremezco en los brazos de Caden. El sigue caminando, sin intencion de detenerse.

–Bajame, –suplico en voz baja. Me mira, pero no me hace caso. Muerdo el interior d emi mejilla y forcejeo. –¡Dije que me bajes!

Perplejo, me suelta. Hubiese sido mas cuidadoso de no ser porque lo empuje por el pecho y trastabillar hacia atras.

–Solar, no voy a herirte. Hay que volver a casa par apoder tratar tus heridas.

Niego y empiezo a cogear de vuelta al pastizal.

–No voy a irme sin Cassidy.

–¿Que? –su voz suena baja. Lo tome por sorpresa.

–Cassiy. Nuestra gata. Esta alli, toda hecha podredumbre y deshonrada. Y voy a llevarla a casa aunque tenga que arrastrarme.

–Solar…

–¡No! No me importa que no vayas a hacerme daño, ¡Ya me heriste lo suficiente y no voy a irme sin mi gata!

Caden me mira con ojos duros, pero permite que me arrastre hasta la hierba. Me sigue en silencio. Desabrocho su capa de mis hombros y la tiro sobre sus restos.

El proceso de tratar de pasar la capa por debajo, recogiendo todo lo posible de lo que quedaba de su cuerpo es desagradable y me rompe de formas que nunca sanaran. Lloro sin preocuparme por el ruido que hago.

Intento levantarme mientras sujeto contra mi pecho la capa, pero Caden se arrodilla a mi lado y me quita el bulto de los brazos.

–Permiteme.

No peleo pero no dejo de llorar. Me dejo caer sobre la grama. Caden deja de lado cuidadosamente los restos y se arrodilla a mi lado. Pone sus manos sobre mis hombors.

–Sol, ¿en que estabas pensando? –murmura suavemente. No queda rastro de su ira. Toma mi rostro y con sus largos dedos limpia mis mejillas.

–Tu…tu…me encontraste.

Me da una sonrisa ausente y asiente, pero se ve distraido por todas las cortadas que tengo. La mugre que me cubre.

–Por supuesto. Este bosque es como mi hogar. Y tu eres mi familia.

– Tu.. tu..¿Que hiciste? ¿Que era eso? –logro decir entre sollozos. Mi voz tiembla, atascandose en mi garganta.

–Un grifo. Es una criatura carroñera, de la smuchas que se ocultan aqui. Pero no te preocupes, mi amor. Estas con mis tierras. Nada te hara daño mientras estes conmigo.

Debe haber visto el miedo en mi rostro y pensado que estaba pensando en que aparecieran mas de aquellas bestias.

–Caden…

–¿Si? –Metio un mecho de mi pelo detras de mi oreja.

–Cassidy. Sabias que la encontraria aqui.

Su mano se congelo. Sus ojos encontraron los mios por un momento y algo transpiro en ellos antes de que pudiera cubrirlo. Aparto la mirada de mi.

–Yo…

–No me mientas. No…no puedo hacer esto ahora, –digo. Tengo un nudo en la garganta y apenas puedo formar las palabras. Aprieto hierba en mis puños. –Tu sabias que estaria aqui. Por eso no querias que saliera, me encontrasete tan rapido. Ambos sabemos que ella no hubiese llegado hasta aqui sola, y tu eres el amo del bosque.

No lo niega. Su rostro se vuelve hacia mi frio. Como si intentara hallar el curso mas eficiente para enfrentar la situacion. Pero yo solo quiero una cosa y estoy cansada del resto.

–Dime la verdad, –suplico.

Mira al cielo pero cuando sus ojos me vuelven a ver, puedo leer claramente la emocion que revoloteo en ellos antes. Remordimiento. Culpa.

–No quieres la verdad, –murmura. –No se que es mas horrendo. La forma en la que mirabas al grifo justo antes de que lo ahuyentara, como si te hubieses entregado a la muerte o como me miras ahora.

–Lo mas horrendo, Caden, –contradigo, mi voz suave y helada como un lago congelado. –Lo mas horrendo es que me vieras esperarla cada noche sabiendo que estaba muerta.

Traga saliva y aparta la vista.

Pienso que no me va a contestar por un momento, pero cuando abre la boca no lo detengo.