Catorce

La noche de ayer comenzó una nueva temporada del certamen de cocina que tanto te gusta ver; el mismo en el que te hubiera gustado participar si los retos del día no incluyeran cocinar ningún tipo de animal muerto.

Te habría encantado ver el episodio de ayer. El primer reto consistió en preparar un platillo completamente vegano que no se limitara a una simple y sosa ensalada de lechuga y tomate. Casi pude imaginarte decir que, después de todo, tus miles de tweets quejándote de la promoción al maltrato animal habían servido de algo. También te imaginé aplaudir cuando uno de los jurados dijo que los veganos merecen una digna preparación como cualquier otro comensal.

Uno de los participantes preparó berenjenas a la parmesana, reemplazando el queso parmesano por un queso de almendras. Me fue inevitable recordar que ese fue uno de los primeros platillos que cocinaste cuando dejaste el vegetarianismo para ser vegana. Fue lo más delicioso que alguna vez probé.

Este mediodía intenté prepararlo. Sorprendentemente, me salió bien. No tan exquisito como lo preparas tú, pero fue comestible y apetitoso.

Hace unas semanas me pregunté cómo es tu alimentación. Sé que te alimentan a través de una sonda que va conectada desde tu nariz hasta el estómago. Pero no sé si aquello que te dan viene de algún derivado animal, o si incluso fue testeado sobre algún conejo de laboratorio. Imaginé que te sentirías mal si al despertar descubrías que sí; sé que creerás que le has fallado a la naturaleza.

Decidí ser vegano por ti. En un principio sería solo hasta que tú despertaras; un intento de reemplazo temporal. El asunto es que ahora ya me he acostumbrado y me he enamorado de todo lo que he consumido hasta este momento.

Estaré practicando nuevas recetas para cuando despiertes. Prometo que tendremos una velada romántica donde no habrá ni un gramo de crueldad animal sobre nuestra mesa.

Discúlpame por no haber sabido apreciar más tus dotes culinarios.

Despierta, Kira.