Capítulo 35

Enical

-Prometí protegerte así que déjame hacerlo- declaró frívolo y directo, sin mirarme antes de desaparecer.

Un silencio absoluto me dejó sentir el eco de esa puerta cerrándose tantas veces que después de minutos me parecía seguir escuchándolo.

-Incluso yo estoy cansada- declaró la Pinky desatándose la coleta y frotándose los ojos.

-Es cierto, ya fue mucha tensión, lo forzado se quiebra o nos quebramos nosotras- comentó la Floja.

Asentí resoplando en acuerdo con todas, tantos años de tranquilidad controlada me provocaron tantos nervios en estas últimas semanas, como dirían los médicos, necesito estabilizarme.

Mi departamento estaba tal y como lo dejé, las gotas de kétchup desaparecieron al igual que las fotos en mi caja de zapatos, fuera de eso…hasta mi ropa interior por lavar seguía en mi cesto, de saber que tendría tantas visitas almenos habría dejado todo más presentable.

Observé mi pequeña sección de novelas y caricaturas, diablos…mi habitación luce como la de una adolescente, de seguro se tomaron hasta una pausa de las balas para burlarse, esto no es muy “adulta” de mi parte, supongo que hay cosas que no cambian con los años.

En mi escritorio aún seguía escondido un folder dondé me dediqué explícitamente a analizar el caso de Antonio lo más objetiva posible, supongo que nunca es completamente así cuando se trata de la persona que amas.

Amor…amar…hace un tiempo tenía una idea tan diferente, incluso desilusión, pensé “¿Esto es el amor?” “Ñaaa…quizá yo tuve expectativas muy altas”.

Ahora incluso la sola palabra me da miedo, me ha cambiado, he sido capaz de arriesgarme por alguien más sin que lo pida siquiera, supongo que eso es amar, al todo o nada, el “lo resolvemos juntos” o “viviremos con esto para siempre”.

-Depresión- susurré abriendo el pequeño folder y leyendo la única posible respuesta a la que había llegado, tenía un nombre de paciente diferente e incluso una descripción de características físicas contrarias a las de Antonio, nada apuntaría a él si es que se llegara a leer.

He recolectado cada posible síntoma que en su momento no le haya prestado atención, su historia, posibles momentos críticos en su vida, todo minusiosamente comparado con libros de psicología, pero había un importante detalle, yo no soy psicóloga…no es mi fuerte y hablarlo con alguien más es demasiado arriesgado…

Mi conjetura es que esta versión extraña nació de la soledad, la culpa y el resentimeinto con los que convivía, incluso Antonio se negó a aceptarlos por años.

Encaja con lo que me contó Theodor en la cafetería, no tiene una pizca de interés en hacer amigos, divertirse, solo trabajaba como una maquina, porque se considera una, su padre se encargó de eso, deshumanizarlo.

Luego la muerte de su madre, el punto exacto donde esta otra versión debió nacer y ambas crecieron en paralelo, una negando a la otra, la versión inexpresiva y la que lo sentía todo.

Nada, esa palabra definía mi progreso, todas mis ideas no tenían un diagnostico registrado antes…¿Lagunas mentales? ¿Ataques? No había nada que se le relacionara de forma específica, un caso parecido al suyo no era fácil de hallar, no podía ser psicosis, no se puede ocultar tan bien por años… ¿Qué tienes Antonio?

¡Odio no haberlo notado! Tantos patrones que los libros me indican ahora, dolores de cabeza, estómago, noches de insomnio que cubría con películas, bolsas en los ojos, la manía de perfeccionarlo todo al borde del agotamiento y su humor de perros cuando lo conocí, cometí el terrible error de minimizarlo todo creyendo que así eran los famosos y estaríamos bien.

En mi defensa, esa sonrisa perfecta nubla los sentidos, sus oscuros ojos me envolvían como la primera vez, sin indicio de soltarme, por mera diversión. Sus mimos y atenciones eran la cereza del pastel. ¿Cómo un chico tan lindo va a tener algo malo? Imposible, es perfecto, era mi unico pensameinto al verlo durmiendo como un angelito por las mañanas mientras le acomodaba los rizos.

Ahora me arrepiento tanto… pude haberlo analizado mejor, preguntado… ¡Joder que estaba todo en mis narices!

No puedo dejarlo solo con esto, aunque me de sus sermones estúpidos de mantenerme segura, la vida es un riesgo, tío…

Y se lo debo, fuera de los sentimientos que tengo hacia él… no me envió a un manicomio cuando le dije que provenía del futuro, almenos no me dijo loca en mi cara, aunque estoy segura que lo pensó.

No puedo dejar solo al Antonio detrás de la fama y el éxito, al chico tierno, divertido y hogareño que podía desesperarse si sus rizos fastidiaban sus ojos o reírse a carcajadas con películas clásica, ese del que estaba enamorada.

-No he hecho esto ni por Aferi- me quejé mirandome al espejo.

El rojo me favorecía…casi siempre, incluso cuando actue como una asesina cubierta de sangre en la secundaria, tal vez exageré un poco el disfraz, pero lo valió cuando ganamos contra el D jaja.

Pero un relleno y barba blanca eran definitivamente otra cosa, y mi conteo de cosas vergonzosas tendrá que hacer un espacio más justo a la cabeza.

¿En qué momento creí que esto sería una buena idea? ¡Enical!

-Cuando pensamos en que nunca tuvo una infancia normal y mucho menos recibió regalos de Santa- interrumpió la Nerd.

-Era una pregunta retórica- contestó la Dark con aburrimiento.

Bueno…recordarlo tampoco me sentó tan mal, tomé el saco blanco que ya tenía los regalos envueltos y contuve todo el aire que pude antes de salir del apartamento completamente vestida como Santa, el lado bueno es que nadie va a reconocerme.

-Señorita, feliz navidad- saludó Augusto en cuanto entré al piso de Antonio, detecté claramente como ahogó la risa.

¿Pero que carajos? ¿Cómo…?

-Feliz navidad, Augusto- contesté algo ofendida por ser descubierta tan rápido -También te traje un regalo- mencioné bajando el saco del hombro -Espero que te guste- extendí emocionada la pequeña caja que envolví personalmente, tenía mucho que agradecerle a Augusto, principalmente el seguir con vida por más de una ocasión, pero también me agradaba, así de distante y callado, siempre se preocupaba por mi comodidad.