Capítulo 8 Un nuevo mundo

—¿Qué hacen aquí? —noto su tono de voz temblorosa, pero me llama más la atención como esta vestida. Tiene puesto un vestido color azul claro de sirvienta y un gorro blanco sobre su cabeza.

¿Qué le paso? ¿Quién la hizo ponerse eso? La miro confundido.

—Pues buscándote, estábamos muy preocupados por… Espe- ra, cómo que ¿qué hacemos aquí? —pregunté confuso, moviendo mi cabeza de un lado a otro lento. Procesando la información, de lo que me dijo y de este mundo al que llegamos.

—No hay tiempo para explicar, ¡váyanse, por favor! No quiero que les hagan lo mismo que me hicieron a mi —suplicó nerviosa. Como su voz y sus manos tiemblan, sé que no está en buenos términos. Pero aquí viene la pregunta, ¿Quién la trajo aquí?

—¿Qué pasa? Te ves extraña, no entiendo por qué tienes ese vestuario y lo peor… Te noto muy pálida. Cuéntanos, por favor, qué pasa y cómo llegaste aquí.

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De repente, un ruido nos interrumpió la conversación. El sonido provenía de unos pasos fuertes, demasiados fuertes que hasta tuvimos que taparnos los oídos de tanto que nos aturdía el ruido. Antes de cogerle la mano y llevármela; Nataly en un impulso rápido nos empuja a los cuatro, llevándonos a otro lado para que estemos lo más lejos posible de esa casa y cuando ya vemos que estamos muy alejados, ella decide volver y cerrar la puerta. Frunzo el ceño por la acción que hizo, no contar que pasa, porque esta así. Entonces decido caminar despacio e ir a ver un poco por la ventana que hay adentro, a lo que me encuentro que está hablando con un hombre de estatura gigante, su peso es muy musculoso, su piel es café con pelos en su cuerpo, pero es calvo en su cabeza. Es un poco extraña esa criatura.

La conversación de Nataly y esa criatura, como se llame, se veía sospechosa. Quería saber quién era, averiguar porque la tiene encerrada y por qué Nataly está vestida así; tenía tantas preguntas...

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Me quedé observando un rato aquella vista que tenía enfrente, necesitaba respuestas. Algo no andaba bien, necesitaba saber que pasaba y ahí mi curiosidad me llamaba a que necesitaba investigar. Pero antes de decidir qué hacer, el silbido de Steve me interrumpe de mis pensamientos y volteo mi rostro para irme con ellos de ese lugar.

—¡Oye, Bruce! ¡Ven, vámonos! —ordenó Erick haciendo el intento de susurrar, para que no nos escuchen.

—¡Ya voy! —contesté dándole una última revisada a la ventana y luego me volteo para ir tras ellos.

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Empezamos a caminar por aquel mundo, no sabíamos a dónde ir y ni idea de cómo es esto por aquí. Aunque debo admitir que nos detuvimos un rato a ver las flores que brillaban, las rocas grandes y Alan se echó al agua brillante con la ropa puesta. Si, mi amigo quería tanto estar ahí, que se puso a jugar con los peces gordos que tiraban burbujas por su boca y él empezaba a reír. Él definitivamente es la alegría del grupo.

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Después de admirar a aquellos paisajes tan misteriosos y má- gicos que habíamos encontrado, ya que los colores que se veían más en el mundo eran: azul, morado, verde, rojo, rosa y amari- llo. Y bueno, luego de eso, Alan se fue secando mientras íbamos caminando en busca de algo o alguien que nos ayudara. Ya que andábamos perdidos.

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Horas después, oímos un ruido detrás de unos arbustos. Nos asomamos; y de pronto, salió una criatura que nunca había visto en mi vida. Era como una especie de mitad conejo y mitad gato, no voy a mentir, se veía muy tierno. Fui a acariciarlo y empezó a hablar.

—Hola, soy Ossian. Vengo por parte de mi princesa y ustedes son algo que ella necesita —su tono de voz no es tan agudo y eso que aparenta ser tierno.

—¿Cómo que tu princesa quiere vernos? ¿Quién eres? —interrogó Erick, alzando las dos cejas y hablando con su tono fuerte.

—Ante todo, soy un guardián de este mundo y protejo a mi princesa de personas como ustedes. —Termina de hablar, vemos que mueve sus manos hacia nosotros y unas chispas blancas nos rodean, hasta volvernos pequeños y meternos en la bolsa café que tiene en su mano.