Capítulo 18: El reflejo verdadero

Ally estaba nerviosa mientras caminaba hacia el pequeño café donde había acordado encontrarse con Jung. Después de muchos mensajes y llamadas breves, finalmente habían decidido verse en persona. Ally llevaba un vestido sencillo pero elegante, su cabello castaño claro y ondulado caía suavemente sobre sus hombros. Había pasado horas frente al espejo, intentando decidir si debía maquillarse más o menos, si usar el perfume que siempre usaba, o si todo esto era simplemente una locura.

Cuando llegó, Jung ya estaba allí, sentado en una mesa junto a una ventana. Estaba mirando su teléfono, aparentemente relajado, pero sus dedos tamborileaban contra la mesa, un gesto que delataba su impaciencia. Ally respiró profundamente antes de acercarse.

—Hola, Jung.

Él levantó la mirada, sus ojos recorriéndola de arriba abajo, como si tratara de entender algo. Había una confusión en su expresión, un destello de reconocimiento, pero también una barrera.

—¿Ally? —preguntó con cautela.

Ella asintió, sonriendo con nerviosismo mientras tomaba asiento frente a él.

Mientras hablaban, Jung no podía evitar sentir que algo no cuadraba. En sus recuerdos, la mujer que había conocido siempre había tenido una presencia etérea, casi irreal. Su cabello era más largo y siempre perfectamente peinado, sus ojos eran más grandes y luminosos, como si guardaran secretos que él nunca podía descifrar. Su piel era impecable, casi brillante, y sus movimientos eran gráciles, como los de una bailarina. La mujer de sus recuerdos, era una proyección idealizada de la perfección y la serenidad en medio de su caos.

Pero la Ally la mujer que tenía frente a él era diferente y muy similar, eso lo confundía esta chica era mucho más humana. Su cabello, aunque hermoso, estaba ligeramente alborotado por el viento; sus ojos claros eran profundos, pero no tenían ese brillo sobrenatural que él recordaba. Había pequeñas imperfecciones en su piel, rastros de alguien que había vivido y superado dificultades. Sus gestos eran naturales, a veces un poco torpes, pero había una calidez genuina en ellos, algo que Jung no podía dejar de observar.

A medida que la conversación avanzaba, Ally se abrió sobre sus sueños y su vida tras el coma. Jung la escuchaba atentamente, pero algo seguía atormentándolo.

—Es extraño —dijo finalmente, apoyando la barbilla en su mano mientras la miraba—. Te siento familiar, como si te conociera desde hace años. Pero… también siento que hay algo que no puedo conectar.

Ally sintió un nudo en el estómago. ¿Debía contarle todo? ¿Hablarle de los sueños, de cómo lo había conocido antes de conocerlo?

—Jung… —comenzó, pero él levantó una mano, deteniéndola.

De repente, sus ojos se abrieron como si algo finalmente encajara en su mente.

—Eres tú —murmuró, su voz casi un susurro—. Siempre has sido tú.

Jung se levantó de su asiento, su mirada fija en Ally. Había lágrimas acumulándose en sus ojos, pero no eran de tristeza; eran de una mezcla abrumadora de emociones: alivio, incredulidad, y algo más profundo.

—¿Cómo es posible? —preguntó, su voz temblando—. En mis sueños, tú eras diferente, pero ahora… ahora veo que la verdadera tú es aún más hermosa.

Ally sintió que su corazón se aceleraba. Nunca nadie había dicho algo así de ella, nunca nadie la había mirado de esa manera, como si fuera la pieza que faltaba en un rompecabezas.

—¿De verdad lo crees? —preguntó en un susurro.

Jung asintió, acercándose a ella.

—No sólo lo creo, lo siento. Siempre supe que había algo único en ti, pero ahora lo entiendo. No importa cómo te vi antes, porque lo que importa es cómo te veo ahora.

En ese momento, algo cambió entre ellos. Ally dejó de sentir la carga de ser una proyección idealizada; ahora era ella misma, con todas sus imperfecciones y su humanidad. Y Jung, por primera vez, se sintió completo, como si hubiera encontrado algo que había estado buscando toda su vida.