Capítulo 13


Zed.

Respira, respira, solo será un día, tu puedes, digo mentalmente. De todos los habían me tubo que tocar con Trevor, maldita mi suerte; no dije nada porque no quería molestar con mis problemas, pero en verdad odio esta situación.

Lo miro, él está de espaldas acomodando sus cosas en la cama que escogió, no soportare; esta cabaña es  muy pequeña, solo consta de dos camas a cada lado y las distancia solo un metro, esto debe ser una joda.

Veo mi celular, son las 7:00 am, lo peor es que no hay señal ¡Genial! Será mejor que salga de aquí, ya arregle mis cosas en una esquina de mi cama, cuando estoy dispuesto a salir me agarran el brazo, me volteo enojado ¡Como se atreve a tocarme!

—Por favor Zed necesitamos hablar—Trevor suelta mi brazo. Sabía que este momento llegaría, odio tener que recordar todo lo que paso, pero almenos debemos aclarar las cosas. Regreso a mi cama y me siento mirando la cama de él.

—Habla pues—él se sienta en su cama mirándome directamente a los ojos. Nos quedamos  unos segundos así hasta que el comienza hablar.

—No te cambiare la historia, tú la conoces, solo quiero pedirte perdón por traicionarte y haberte mentido. Yo sé que mis palabras no pueden borrar el pasado, pero almeno es un paso—miro a esos ojos negros. No sé si creer en sus disculpas; él fue la punta del iceberg, es el causante de que Cecilia sufriera, fue la causa de que ella se confundiera con sus sentimientos. Me quito a mi mejor amiga, a mi hermana—di algo por favor.

—Yo te he odiado todos estos años y no por traicionarme o porque me utilizaras en tu estúpidos juegos, te odio porque destruiste a una de las personas que más quería, la envolviste en tu absurdo reto, la rompiste en dos—trato estar lo más calmado posible—. ¿Sabes que paso después que te fuiste? Ella callo en una depresión, se insultaba así misma por haber caído en tu maldito engaño. Más de un año le llevo superar lo que le hiciste, ella te amaba; lo peor es que tú no valías ninguna de sus lágrimas y cuando creí que todo mejoraba, que te sacaríamos de nuestras vidas de la misma forma que entraste en ellas, solo fuiste una sombra para lo que paso después.

Nos quedamos callados un rato. Liberar un poco de todo lo que he guardo estos años ha sido bueno, pero yo sé que esto no alivia en nada a mi corazón. Un corazón destrozado por la vida, con heridas que me marcan cada uno de mis días.

—Perdóname Zed—vuelve a pedirme Trevor.

— ¿Es que acaso no te entiendes?—le pregunto—yo no soy a quien debes pedirle disculpas, la persona que te las debe dar es Cecilia, a ella fue quien destruiste, la persona con quien jugaste.

—Sé que le debo mis disculpas a ella, en verdad trate de arreglar las cosas antes de mudarme, mero no fui capaz de acércame a ella o a ti—suspira—. Sé que algún día tendré que hablar con ella, pero en estos momentos tu eres el que está aquí; dañe nuestra amistad, ya no confías en mí y lo entiendo, solo quiero decirte que en verdad los llegue a estimar. Y lo que pasó en las vacaciones de ese año…

—Cállate—lo interrumpo. Por qué quiere abrir otras heridas—lo que paso en esas vacaciones yo ya lo olvide y no sabes cómo me arrepiento de lo que paso. Me sentí culpable, porque sé  que en ese momento traicione mi amistad con Cecilia. No se te ocurra volver a mencionar algo que nunca paso.

Trevor se levanta, sigue teniendo los mismos rasgos del chico de dieciséis, el mismo que llegue llamar amigo.

—Zed sabes que tendremos que aclarar ese asunto si queremos seguir adelante—me levanto, quedamos frente a frente.

—Escúchame muy bien Trevor, yo no necesito aclarar algo que nunca paso. Trataré de ignorar todo lo  que paso para no ocasionar problemas, olvidare lo has hecho para no incomodar a los chicos, así que te recomiendo hacer lo mismo, olvidemos que no conocíamos—no veo expresión en su rostro, supongo que se esperaba esto. Ya no puedo estar más aquí, sin decir nada más salgo de la cabaña, huyendo del pasado; así como siempre lo he hecho.

Cuando ya estoy afuera respiro profundamente, llenando mis pulmones con un aire limpio y fresco. En verdad que este lugar es muy bonito; el lago tiene aguas muy claras, sin ninguna señal de contaminación, alrededor de las cabañas una gran cantidad de árboles y diversas floras.

Decido caminar hasta llegar al lago, es más extenso de lo que esperaba, mis ojos vagan por todo el borde y a unos pasos de mi puedo  vislumbrar un pequeño muelle; camino para acercarme. Quiero subir, pero por lo que veo tiene tiempo aquí, así que lo tanteo un poco con mi peso para ver si soporta, creo que sí. Me subo, camino hasta el borde y me siento; mis pies quedan colgado,  las zapatillas rosando el agua.

El día es muy fresco, aunque el sol ya salió, se escuchan aves cantar y el viento levantando las hojas secas; este ambiente me brinda un tipo de paz, una que nunca sentí, pero como dicen los libros que he leído, la naturaleza tiene sus encantos. Hace que te sientas en otro mundo, libre, alejado, es como un refugio para escapar.

Mi mira está perdida el azul del agua, simplemente estar así me ha ayudado olvidar los problemas.

—Por lo que veo, a ti también te encantó este lugar (Da quello che vedo, anche tu hai adorato questo posto)—comenta alguien en italiano y ya sé quién es. Muevo un poco mi cabeza para verla y claramente es ella, le sonrió.

— ¿Quién es tu compañero? —pregunto mientras ella se sienta a mi lado.

—Creo que se llama Zara—almenos a ella le toco una buena compañera— ¿la rubia y ella son hermanas?

—Sí, son gemelas.

—Ya decía que se parecían mucho.

— ¿Desde cuándo se conocen ustedes?

—Bueno, los conozco desde una semana, contando hoy.

—Oh así que tú y yo somos los nuevos.

—Exactamente.

Ella mira el lago y yo hago lo mismo. Por lo que he hablado con ella parece que es un buena chica, en ocasiones distraída. En el camino me conto que se mudó porque su deseo era conocer nuevos lugares; acaba de comenzar la universidad y está estudiando biología.