19. Secretos

La revelación de Elena colgaba en el aire como un filo de navaja. “Sé dónde encontrar al Presagio.”

Un silencio cargado se apoderó del grupo. Marc fue el primero en reaccionar.

—¿Dónde? —preguntó, su mirada clavada en ella.

Elena parpadeó varias veces, su mente reorganizando el torrente de imágenes que ahora volvían a ella con un peso inquietante.

—Es un lugar que he visto antes… —dijo, eligiendo sus palabras con cuidado—. No lo recordaba hasta ahora, pero creo que lo vi cuando… cuando él me tuvo.

Marc y Nathaniel intercambiaron una mirada fugaz.

—¿Puedes llevarnos? —preguntó Nathaniel con un tono contenido.

—Sí, pero… hay algo más —Elena se frotó las sienes—. Samuel. Él sabe más de lo que ha dicho.

Los ojos de Samuel se oscurecieron al escuchar su nombre.

—No sabes de lo que hablas —gruñó.

—Sí lo sé —replicó Elena, avanzando hacia él—. Me has visto en ese lugar antes, ¿verdad?

Samuel frunció los labios.

—Él me permitió verte —murmuró finalmente—. No entendí por qué en ese momento… pero ahora sí.

Elena sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—¿Por qué?

—Porque eres la clave —susurró Samuel.

La tensión en el aire se volvió sofocante.

Marc dio un paso adelante.

—No tenemos tiempo para más acertijos. Dinos dónde está ese lugar.

Samuel dejó escapar una risa sin humor.

—¿Y qué harán cuando lleguen ahí? Él siempre está un paso adelante. Cree que está jugando con ustedes, pero la verdad… ya ganó.

Nathaniel sacó su arma y la apoyó contra la sien de Samuel.

—Dilo. Ahora.

Samuel sonrió, disfrutando el momento.

—Escondite de cazadores, en la costa norte —dijo al fin—. Pero no están listos para lo que encontrarán ahí.

Marc ya estaba en movimiento.

—Entonces es ahí donde terminamos esto.

Elena lo siguió, sintiendo que algo oscuro y definitivo estaba por ocurrir. Nathaniel fue el último en moverse, sus ojos fríos, calculando.

Porque sabía que, cuando todo acabara, él ya no sería el mismo.