Capítulo 18.

En el Reino Élfico...

A la mañana siguiente Eldar se despertó por culpa de tres golpes en la puerta. Al abrir los ojos se dio cuenta de que el cuarto donde se encontraba no era el suyo y a su lado había una mujer desnuda. En ese momento se acordó de todo lo que él y Eleein habían hecho esa noche y sus mejillas se pusieron coloradas. Otra vez alguien petó la puerta. Este sacudió a la chica para despertarla y con un par de gruñidos abrió los ojos.

          - Despiértate rápido y vístete - dijo él susurrando -, la sirvienta vino a buscarte.

          - ¿¡Eldar!? ¿Qué…?

          - Shhh - Eldar puso un dedo en los labios. -, no digas mi nombre, no pueden saber que estuve aquí.

          - Eleein, despierta. Me han mandado a buscarte ¿Puedo pasar? – dijo la sirvienta desde el otro lado de la puerta.

          - Un momento - contestó ella y después bajó la voz en dirección a Eldar que ya se había puesto la ropa -. Escóndete en el baño, rápido. ¡Adelante!

El elfo fue lo suficientemente rápido para darle el tiempo a cerrar la puerta del aseo en cuando la mujer elfo entró en el cuarto. Eleein se acabó de vestir la falda y, echándole una última mirada a la puerta del baño, salió de la habitación junto con la criada. Nada más escuchar el golpe de la puerta al cerrarse Eldar salió del baño y después de unos minutos se dirigió al comedor. Cuando llegó todos, incluida Eleein, estaban esperándole. Cruzó la sala viendo a la joven, pero esta tenía la cabeza gacha y no se atrevía a levantar la vista por vergüenza.

          - Llegas tarde Eldar - se quejó Winnie.

          - Lo sé y lo siento. Me he quedado dormido.

          - Uno de los guardias nos dijo que no estabas en tus aposentos cuando fueron a buscarte - dijo Shawn con una ceja arqueada.

          - Es que me desvelé temprano, fui a dar un paseo por los jardines y me quedé dormido en uno de los bancos. Debió de ser que no descansé lo suficiente - justificó el elfo.

          - He ido a los jardines temprano y no te he visto allí - dijo el hada.

          - Existe un pequeño rincón en el jardín el cual solo conozco yo y voy a ese sitio.

Justo cuando acabó esa oración Eldar le lanzó una mirada furtiva a Eleein pero parecía que todos los que estaban en la sala menos ella lo habían notado. Sus amigos movían sus ojos en las mismas direcciones simultáneamente: de Eldar a Eleein y de Eleein a Eldar.

          - Creo que es mejor que comencemos a almorzar antes de que todos estos ricos alimentos se estropeen - propuso Anna incómoda por la situación.

          - Tienes razón - dijo Winnie.

          - ¿Y mi almuerzo? - preguntó Logan ofendido.

Entonces una de las sirvientas entró a la sala con una gran copa en cuyo interior se movía un líquido algo espeso de color rojo oscuro.

          - Sangre de cervatillo, señor. Está recién sacada del animal. Espero que sea suficiente para satisfacerle - anunció la sirvienta.

          - Lo será, gracias - dijo el vampiro con una sonrisa.

En el momento en el que ella se fue Eldar comenzó a hablar.

          - ¿Por donde habíamos dejado la conversación de ayer? Antes de explicarle todo sobre la Gran Guerra a Eleein.

          - Luciana… Estábamos hablando de Luciana - contestó la humana.

Era la primera vez en todo el tiempo que llevaban juntos ese día en el que la vieron con la cabeza alta y la escucharon hablar. Rápidamente todos concentraron su atención en ella.

          - Sí - dijo Eldar confuso -, tiene razón. Ya sabemos cómo encontrarla dentro del castillo, pero el problema es como la sacamos de allí sin que nadie nos vea.

          - ¿Y si viene con nosotros? La protegeremos mejor si estamos todos juntos con ella - propuso Logan.

          - ¿Estás loco? Si viene con nosotros es más probable que la maten. Tenemos que esconderla en un lugar seguro y cuando acabemos con Ávader iremos a buscarla - contradijo Winnie

          - En el Reino Oscuro no hay ningún lugar seguro. He vivido allí durante cientos de años, sé lo que es ese lugar perfectamente.

          - Logan tiene razón, Winnie - dijo Eldar -. Es mejor traerla con nosotros. La tendremos vigilada y podremos protegerla mejor. Además, perderemos mucho tiempo escondiéndola y no podemos separarnos en ningún momento.

          - ¿Y qué piensas hacer después? ¿Enfrentarte a Ávader así como así? - preguntó el brujo.

          - No, tú lo distraerás a él también. Seguramente esté en la sala del trono así que entraremos todos, nos desharemos de los guardias, después dos de nosotros se quedarán vigilando la entrada, otro protegerá a Luciana en caso de algún ataque inesperado y mientras el resto le atacaremos.

          - ¿Así de fácil?¿Y si ocurre algo con lo que no contábamos? - preguntó Yaira.

          - Improvisaremos. Seguramente se nos ocurrirá algo - dijo Anna.

          - ¿Cuándo lo haremos? Apenas se luchar - preguntó Eleein.

          - ¿Cómo que no sabes luchar? Eldar nos dijo que te enfrentaste al Rey Oscuro en la boda del príncipe Jan y este salió corriendo de allí - dijo Yaira preocupada.

          - Y así lo hizo - contestó Eldar antes de que lo hiciera la humana -. Atacaremos dentro de treinta días. Eleein, en ese tiempo te entrenaré y te ayudaré a mejorar tus habilidades en la lucha. ¿Te parece bien?

Ella no contestó, si no que asintió con la cabeza.

Ya habían terminado de almorzar por lo que al acabar la conversación se levantaron todos de la mesa y salieron de la sala. Eleein comenzó a andar por el pasillo hacia su habitación, pero antes de eso una voz la paró y a continuación una mano se posó en su hombro.

          - Eleein, ¿puedo hablar contigo?

Eldar estaba justo a su lado esperando a que la muchacha le contestara. Su respiración estaba un poco agitada ya que había subido la escalinata y cruzado el pasillo corriendo detrás de ella, también por eso tenía la melena más alborotada de lo normal. Sus ojos suplicantes miraban fijamente a la muchacha y su mano seguía apoyada en el hombro de esta.