Madrugada

Para un cumpleaños de la empresa, asistimos todos los empleados a una salida empresarial. El evento se realizó en un centro vacacional. Un lugar con un clima cálido, genial para cambiar el frío de la ciudad donde vivimos, una piscina con tobogán, parque infantil, confortables cabañas y un lago. El programa duró un fin de semana. Nada mejor que salir de la rutina diaria con las personas con quien vives de 8 am a 5 pm de lunes a viernes. Esta fue una experiencia de diversión, bienestar, formación personal y laboral.

El viernes que inició la salida trabajamos hasta medio día y salimos de la oficina para el pueblo donde se encontraba ubicado el centro vacacional. Cuando llegamos al sitio, nos esperaba el salón de recepciones listo para celebrar el cumpleaños de la empresa. El salón estaba organizado para que las personas se sentaran con su grupo de trabajo. La primera actividad de la noche fue una cena, acto seguido se compartió un pastel en honor a los 50 años de la entidad y después lo que no podía faltar, las palabras del presidente de la compañía que contaron con su respectivo agradecimiento y con el deseo de que la organización cumpliera muchos años más. Para terminar, con una invitación a bailar hasta el amanecer, el presidente inauguró la fiesta con el primer baile en compañía de su secretaria.

La verdad se bailó hasta la madrugada y se realizaron unas cuantas rifas y competencias. Lo mejor de estas reuniones con compañeros de trabajo es el espectáculo que protagonizan las personas que han abusado del alcohol, espectáculos que quedan por el resto de su vida laboral en las mentes de sus colegas; las burlas se prolongan por dos semanas después del evento. Los más comentados fueron las parejitas que salieron a la luz con detalles escabrosos de situaciones que según los colegas habían sucedido (realmente, se confirmaron porque ya sabe usted como se maneja la información en esa compañía), la secretaria de contabilidad que con sus tragos encima quería amacizar al vicepresidente durante una pieza de baile (él, como todo un caballero, lo tomó con humor y le invitó a bailar suelto) y la auxiliar del área de sistemas que en un acto competitivo se quitó el sostén para alargar aún más la cuerda que estaba haciendo su mesa para ganar una botella de vino.

El segundo día se llevaron a cabo las actividades de cultura empresarial, actividades que se debían realizar por equipo de trabajo. Hicimos Canopy, actividad que no disfruté demasiado porque le tengo miedo a las alturas, pero su esposo como un excelente colega me tomó la mano; puentes colgantes, acto en el que también sufrí, pero en el que también conté con mi compañero; circuito de obstáculos, donde competíamos contra el área de sistemas (a la cual le ganamos) y remo (donde se nos volcó el bote). Reconozco que contábamos con grandes fortalezas como grupo de trabajo, que logramos concretar muchos proyectos y que numerosas veces durante el tiempo que trabajamos juntos recibimos reconocimientos por la calidad de nuestra labor, así como muchos halagos por nuestra conexión como equipo.

Después de la cena de ese sábado en la noche y luego de un día de mucha diversión, mi compañera de área y yo nos dirigimos a nuestra habitación en el segundo piso de la cabaña, habitación que tenía un balcón, balcón que colindaba con el balcón de la habitación de su esposo y otro de nuestros compañeros de área. No pasó mucho tiempo de que estuviéramos en la alcoba cuando escuchamos a su esposo llamarnos desde su balcón, cuando nos asomamos, él agitaba una botella de vino en una mano y en la otra unos vasos plásticos.  En ese momento nos sentamos a beber y hablar de balcón a balcón. Al principio, conversamos los cuatro, pero pasada la medianoche quedamos solo los dos platicando, hablamos de usted, de mi ex, de su ex, de su deseo de tener un hijo con él y con unos tragos de más me dijo todo lo que me apreciaba y lo mucho que le gustaba mi compañía. Hasta qué hora hablamos, no tengo la hora precisa, el tiempo se perdió un poco.