Corazón de plata

Se extravió en la noche, escondido en el bosque de los susurros. Buscaba el medallón de la verdad, el corazón de plata, del que las leyendas hablan. Con ese dije en tu mano, podrás ver el futuro y cambiar los hilos del destino.

Las historias cuentan que cayó en medio del lago, rodeado de árboles secos, en el bosque del olvido. Él pensó que eran simples rumores, relatos inventados para llenar el ego del borracho de las fiestas. Era común que en las tabernas siempre existiera uno que se las sabe todas. Que cuenta todo los cuentos con detalles tan precisos, que hacen dudar de su conocimiento. Pero esta vez fue distinto. Acostumbrado a cazar brujas, en su último trabajo encontró buena información. La bruja roja cayó ante la hoguera por sus manos. Y mientras limpiaba la casa de la condenada encontró la ubicación del corazón de plata.

Los papeles en sus manos eran el registro de una década de búsqueda. La bruja lo logró, lo encontró y lo escondió en un hueco en el bosque. Su diario dice que no podía salir de aquella zona con el medallón. Y para su desgracia, se cruzó en el camino con su cazador.

Después de cavar tres veces, agotado de usar su sangre para activar el conjuro de búsqueda, dudaba. «Una última» dijo al pasar la daga por su pierna. La sangre cayó sobre el papel, la absorbió como agua y la hizo desaparecer para escribir con ella los pasos faltantes. Sabía que esto tomaría varios intentos, no son indicaciones precisas. Pero le pareció mejor derramar sangre que gastar energía excavando.

Y lo encontró. Un corazón diminuto tallado en metal. Sonrió satisfecho ante su reluciente estado. Pero su rostro alegre se marchitó al sentir los latidos en su pecho. Sus manos movían la sangre hacia el medallón, y mientras este tomaba color, sentía el ardor. Su alma se iba, le faltaba el aliento. Soltó la caja. Respiró acelerado. Ahora sabía porque la bruja no pudo llevarse el tesoro.