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Tres años...hoy se cumplen tres años de la perdida, la perdida más dolorosa que he vivido, mi razón de existir se marchó hace exactamente tres jodidos años. 

Nankurunaisa... 

Con el tiempo se arregla todo, menos un corazón roto. Recuerdo como si fuera ayer la última vez que escuche su voz, cuando recibí su llamada durante la madrugada, cuando dude en pronunciar las dos palabras más significativas para mí, ahora dolorosas. 

Te amo... 

Quisiera regresar el tiempo, decirle que lo amaba con todo incluido, con sus defectos, con sus malos ratos. No puedo regresar el tiempo, el dolor sigue aquí, con el tiempo solo he logrado esconderlo, ocultarlo, sin embargo, el dolor sigue presente. Solo hoy me permito llorar, mostrarme débil ante el mundo, dejar de fingir una sonrisa, solo hoy lo recuerdo y le lloro.  

Cuantos sueños teníamos por cumplir, cuantas metas por llegar, cuantas promesas por cumplir, cuantos te amos que reprimía y ahora solo puedo decirlo a recuerdos y fotografías. Una vida por delante, comprar ese auto, esa casa, soñábamos con una familia, una boda. Tantos sueños que quedaron inconclusos. 

Éramos tanto juntos y ahora...ahora no somos nada. No es nada. No soy nada.  

El sonido de su risa era música para mis oídos, el color de sus ojos era el arcoíris de mis nubes grises. La razón de mi existir, su razón de existir. 

Tres años de su muerte. Duele tanto. Quema. Me dejó sola. Completamente sola. 

Dicen que cuando amas a alguien debes dejarlo ir, pero yo no quiero. No quiero soltarlo. Quiero retener su recuerdo mi lado, pero eso no es posible, se fue y no volverá. Quisiera asimilarlo, pero no puedo todavía no.  

En tres minutos se termina el dolor, el mismo tiempo que tardo la última llamada. Su último respiro. Su última palabra. Fue un susurro. Y no pude, no pude decir que lo amaba. 

Te amo...