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Instintivamente, Mew se paró delante de Gulf sin soltarle la mano. Miró el grupo de cuatro que los estaban rodeando. Su primer impulso fue responder físicamente ante cualquier agresión pero le bastó un segundo para cambiar de idea.

Su mirada se había posado en las manos de aquellos jovencitos. Ninguno parecía mayor que el propio Gulf pero todos parecían tener vendas mugrientas como las que tenía Gulf alrededor de sus dedos. La imagen dolorosa e imborrable de Gulf, cosiendo pelotas de fútbol a la luz precaria del alba lo golpeó a Mew y levantó la mirada.

Alcanzó a vislumbrar que por debajo de sus camperas desgastadas, dos de aquellos jóvenes usaban camisetas de su club y con el número con el que él había jugado.

Mew entonces buscó sus ojos y sonrió. Uno de ellos no tardó en reconocerlo:

— ¡Es Mew! ¡El goleador estrella de Triple F!

Los cuatro jóvenes parecieron de repente transformar sus semblantes. Ya no lucían amenazadores. Ahora se habían convertido en cuatro niños fanáticos y emocionados que parecían estar viviendo un sueño: su ídolo deportivo estaba parado frente a ellos.

—¿ Todo bien?— Mew seguía sonriendo.

Todos respondieron al unísono, acercándose y dándole palmadas tímidas en el hombro, como buscando cerciorarse de que fuera real.

— Él es Gulf...

—¡Claro! Lo conocemos, vivimos en el mismo asentamiento.—dijo uno sin dejar de mirar embelesado a Mew.

— Es mi novio...— contó Mew mirando fijamente al joven que acababa de responder.

—¿¡ Tu... novio!? Pero... ¿por qué? ¿¡Cómo...!?

— Porque...Amor es Amor... por eso...

Los cuatro asintieron sin siquiera pestañear.

— ¿Te la firmo...?— dijo Mew a otro de los jovencitos, señalando la camiseta que llevaba puesta.

El alboroto fue inmenso. Rodearon a un Mew sonriente y no se apartaron de él hasta que él no estampó su firma en todos, los que tenían su casaca del club y los que no.

Gulf lucía más tranquilo y recién después de unos minutos comenzó a relajarse. Hasta que una sirena estruendosa los hizo sobresaltar.

Todos levantaron las miradas para darse cuenta de que cuatro patrulleros los habían los rodeaban y dos docenas de policías los apuntaban amenazadoramente...