Capítulo 12

Santiago James

A la mañana siguiente desperté y Nora no estaba, me pare rápidamente y salí de la habitación para buscarla.

¿Y si se había ido?

Con toda la razón.

No puede irse, tendré que contarle pronto.

Puede ser en San Valentín.

No tan pronto.

—Buenos días bello durmiente. –me dijo Tom desde el sofá.

—Querrás decir buenas tardes. –recalcó Barbie que estaba en uno de los sillones individuales.

—¿Tardes? –pregunté confuso.

—Son las 2 de la tarde James. –solo una persona me llamaba así y pude sentir el alivio en todo mi cuerpo, seguía aquí.

Seguí su voz hasta quedar de pie frente a ella, estaba justo detrás de mí.

—¿Dormiste bien? –preguntó al ver que no respondía.

—Sí. –la verdad es que no, había tenido pesadillas toda la noche pensando que Nora se iba y que todo se derrumbaba, otra vez.

—¿Seguro? –me dijo curiosa- La verdad es que hablabas dormido, no entendía mucho, pero te dije que te calmaras y que yo estaba ahí y lo hiciste.

Así que fue ella, pensé que había soñado que me lo decía, pero no lo fue, si me lo dijo.

Te quiere.

Y yo a ella, pero...

Con calma.

Exacto.

—Relájate princesa, sé que te preocupas por mí, pero estoy bien.

—Tú y tu ego me vuelven loca.

—¿Eso es malo? –le dije en un tono más suave para que solo ella lo escuchara y se encendió como arbolito de navidad, si sigue así, en diciembre no tendré que colocar decoración, con ella será suficiente para iluminar todo.

—¡¡James!! –dijo nerviosa y golpeándome el brazo.

—¿Auch? –le dije riendo.

—Sigues y con el siguiente golpe se te va a borrar la sonrisa que tienes.

—Mírame como tiemblo de miedo. –dije temblando y riendo.

—Eres un tonto. –si me dieran un dólar por cada vez que me ha dicho tonto, creo que sería rico.

Tú ya lo eres genio.

Pero ella no lo sabe.

Algo debe sospechar.

—Debo suponer que ya todos almorzaron. –dije dirigiéndome a los demás.

—De hecho íbamos a pedir pizza. –dijo Barbie.

—Barbie no te ofendas, pero no quiero pizza, que les parece ¿comida china? –dije sugerente.

—Por mi está bien. –Tom me apoyaba, sabía que la pizza no era de mis comidas favoritas.

—Yo quería pizza. –dijo Nora haciendo un mohín.

No me convence.

—A mi me da igual, tengo hambre. –dijo Barbie.

—Listo, son 3 contra 1 solecito.

—No necesariamente, solo asumes que Tam quiere comida china, pero bien yo puedo asumir que quiere pizza y son 2 contra 2. –dijo sacando la lengua como una niña pequeña, es tierna.

—Barbie solo para recordar, ¿de quién es la casa? –dije dirigiéndome a Tammy.

—Tuya. –Nora me vio como si fuera extraterrestre.

—Exacto, lo ves princesa, yo decido que comer.

—También es de Tom. –ella no lo sabe ¿cierto?

Creo que no.

—De hecho es de Tiago, Nora, yo me quedo aquí porque soy su amigo, pero la casa es de él. -le dijo Tom.

—¿Es tuya? –estaba sorprendida.

—Sí. –dije sonriendo con suficiencia.

—Pensé que era de ambos.

—Pensaste mal solecito. –le guiñé un ojo y tomé mi teléfono.

—Ahora si me disculpas debo pedir comida. –dije y ella me hizo un puchero justo antes de que me diera la vuelta para ir a la cocina a buscar el número.

Esperamos y tocaron el timbre, recibí la comida y la coloqué en el comedor -donde todos ya se encontraban esperando- me miraron boquiabiertos al ver que coloque 3 cajas de pizza sobre la mesa.

—Creí que pedirías comida china. –dijo Tom.

—A veces las personas piden lo que a otros les gusta solo por complacerlos y hacerlos felices. –dijo Barbie viendo fijamente a Nora quien se sonrojó toda.

—Gracias. –dijo ella con las mejillas encendidas dedicándome una sonrisa tierna.

Me senté a su lado y le susurré al oído rozando con mis labios el lóbulo de su oreja —Siempre dispuestos a complacer señorita Becker.

La vi tragar el pedazo de pizza que tenía en la boca y tomar refresco como si su vida dependiera de ello. Es increíble que se ponga así por cosas como estas.

Es única.

Terminamos de comer y nos sentamos en los muebles, por alguna razón los diablillos se sentaron cada uno en un sofá individual, dejando el grande para Enora y para mí.