Capitulo 3

Rodrigo entra apresurado en la cocina, donde las madres de Elizabeth y la suya propia están ocupadas con las labores domésticas.

—¡Madres, los jefes ya están aquí!— dice sonriendo. 

La madre  de Rodrigo, (observando a su hijo con curiosidad) —¿Por qué tan contento, Rodrigo?—

(con una sonrisa radiante) —Acabo de conocer a la mujer más hermosa que mis ojos han visto, ¡es increíble!—

La madre de Elizabeth, (intercambiando una mirada preocupada con la madre de Rodrigo) —¿De quién estás hablando?—

Rodrigo, (entusiasmado) —Es Rosalía, la hija de los jefes. No te imaginas lo hermosa que es, madre.—

Madre de Rodrigo,  (con un suspiro preocupado) —Rodrigo, ten cuidado. Las relaciones entre empleados y jefes pueden ser complicadas.—

Madre de Elizabeth, (asintiendo con seriedad) —Sí, es mejor mantener la distancia.—

Madre de Rodrigo, (con resignación) —Solo espero que no te metas en problemas, hijo.—

Después de anunciar la llegada de los jefes y ayudar en la preparación, Rodrigo sale de la cocina y se dirige hacia las caballerizas. Allí se encuentra con su amigo Pedro, quien está ocupado con los caballos.

—¿Cómo están los caballos, Pedro?—

—Listos para arrear el ganado. ¿Te animas a echarme una mano?—

Rodrigo asiente y se une a Pedro en sus tareas. Después de un rato, Pedro le informa que va a los prados a buscar el ganado, y se despide de Rodrigo.

Mientras tanto, Rosalía observa desde la ventana de la casa, perdida en sus pensamientos. En ese momento, llega su madre, Adriana, y la encuentra absorta en el paisaje.

—¿Qué observas, Rosalía?—

Rosalía, (intentando disimular) —Solo el paisaje, madre.—

Adriana, con una mirada penetrante, conoce demasiado bien a su hija y percibe su distracción.

—Ten cuidado, hija. Pronto te casarás y debes respetar a tu futuro esposo, además de considerar las diferencias de clase social.—