Capítulo 17 parte 2 – "Cosas que uno no dice (pero siente)"

Los días siguientes fueron un caos suave. No se peleaban, pero tampoco eran lo que fueron. Ana no sabía si estaban empezando de nuevo o si solo daban vueltas en círculos.

En clase, lo veía a veces pasar por los pasillos y hacía como si no lo notara. Pero siempre lo sentía, esa presencia inquieta que no se disuelve.

Una tarde, en la biblioteca, Ana estaba concentrada en un trabajo cuando Mateo —el chico nuevo del grupo de estudio— se sentó a su lado. Era amable, callado, con ese tipo de sonrisa que no necesita esfuerzo.
—¿Te ayudo con eso? —preguntó, señalando el documento lleno de fórmulas y errores.
—Por favor —dijo Ana riendo—, mi cerebro ya colapsó hace veinte minutos.

Hablaron, rieron, y la tarde se hizo corta. Tan corta, que Christofer los vio desde lejos cuando entró a dejar unos papeles. No se acercó. Pero sus manos se cerraron en los bolsillos con fuerza.

Esa noche, le escribió:

Christofer: “Te ves bien con ese tipo.”
Ana: “¿Cuál tipo?”
Christofer: “El que te hace reír mientras estudias.”
Ana: “Ah, Mateo. Es buena gente. No todos tienen que ser un drama.”
Christofer: “Tú y tus indirectas.”
Ana: “Tú y tus celos no solicitados.”

Silencio.
Luego, otro mensaje de él:

Christofer: “Solo no quiero que alguien te entienda mejor que yo.”

Ana no respondió.
Porque la verdad era que ella tampoco quería entender a alguien más.

Pasaron unos días. Ella se enfocó en sí misma, en salir con sus amigas, en disfrutar las pequeñas cosas. Y aunque a veces el corazón le temblaba, aprendió que no todo lo que se extraña debe volver.

Una noche, mientras caminaba sola con los audífonos puestos, pensó:
"Quizás amar no es quedarse… sino aprender cuándo no huir."

Y en algún lugar, Christofer también pensaba en ella, mirando su celular apagado, ensayando palabras que todavía no se atrevía a decir.