¿la esposa del Ceo mudo?

Capítulo 8:Un CEO y un contrato roto

El sol de la mañana se colaba por las cortinas, y Kiara se despertó sintiéndose en los brazos más seguros del mundo. El aroma de Alexander, una mezcla de sándalo y café, llenaba la habitación. Se giró y vio a su esposo mirándola, sus ojos grises llenos de una ternura que la hizo sonreír.

El contrato de matrimonio, que había sido su única razón para estar juntos, parecía haber desaparecido por completo de sus mentes. Pero había algo en la expresión de Alexander, algo que la hacía sentir que el tiempo se agotaba.

—Buenos días —dijo Kiara con un susurro.

Alexander se levantó de la cama, tomó su teléfono de la mesita de noche y escribió un mensaje. La pantalla decía: "El contrato se acaba. Hoy."

El corazón de Kiara se detuvo por un segundo. El acuerdo de divorcio, el que ella había visto al principio de la historia, había sido cancelado por la villana original, pero el contrato de matrimonio original, el que había firmado para casarse, estaba a punto de expirar.

Alexander se sentó en el borde de la cama y la miró a los ojos. Con una mirada seria, tomó su teléfono y escribió. "Tenemos que hablar. ¿Quieres firmar un nuevo contrato? Uno real. Para quedarte conmigo. Para ser mi esposa de verdad."

Kiara se sintió abrumada. El hombre que la miraba no era el mismo CEO frío y distante de la novela, sino un hombre que había bajado la guardia y que, con cada gesto, le demostraba su amor. Tomó el teléfono de su mano y le mostró la pantalla.

"No necesito un contrato", decía el mensaje de Kiara. "Quiero una vida contigo."

Alexander sonrió, una sonrisa sincera y real. Se levantó y fue hacia el escritorio, tomó un bolígrafo y el contrato de matrimonio original. Con un solo gesto, lo rasgó por la mitad. El sonido del papel rompiéndose fue liberador.

—No necesitamos un papel. Nos tenemos el uno al otro —dijo Kiara con una sonrisa.

Alexander se acercó a ella, la abrazó y la besó. Un beso lleno de promesas, de un futuro sin contratos, sin villanos, solo con un amor verdadero que había roto todas las reglas de la novela.