Capítulo cuatro

—Jennifer, habla ya —le dijo, rojo de enojo.

—No es nada, ahora no es momento de explicar. Tienes que ir con Deaton a lo que sea que vayas —le indicó—. Después te enseñaré a usar tu chispa.

—Jennifer, quiero revivir a Derek, no entrenar contigo —Ella quedó boquiabierta. Sabía que Peter revivió, pero de él había un cuerpo. No sabía cómo revivir a Derek si solo quedaron cenizas de él en otro plano.

—Bueno, las cenizas de Derek están en otro plano... eso si hay cenizas. No se puede entrar al plano de los ancestros Nogitsune. Pero tú y tu chispa sí pueden. Así podrás revivir a Derek. Solo pregúntale al druida sobre sus libros de hechizos, o mantras, no sé cómo guarda su conocimiento ese druida —le señaló, haciendo muecas de lo rápido que estaba ella misma asimilando la situación.

—¿Y tú no tienes idea de cómo revivirlo? Digo, eres la Darach —dijo molesto.

—Tengo conocimientos de destrucción, no de resurrección —dijo como si fuera lo más obvio.

—Eso es genial —dijo con sarcasmo y levantó sus pulgares.

—Oh, genial, tu humor se pone mejor entre más asustado estás —lo miró enojada—. Entra ahí ya. El druida se irá pronto. Si lo hace, mañana vendrá Peter por las cosas y las llevará a la bóveda, donde no las podrás sacar.

Stiles dejó de pensar y su cuerpo comenzó a funcionar en automático. Jennifer solo se quedó ahí esperando, recostada en la silla del auto. Escuchó el tono de un celular: era el de Stiles, que estaba en el asiento del conductor.

Rápido lo tomó. Decía “Malia”. La recordaba de las charlas de Derek sobre Eli. Era la hija bastarda de Peter... ¿se le podía llamar así?

Tenía que contestar o se preocuparía por Stiles. Respiró profundo y descolgó la llamada.

—Hola —fingió con la voz más dulce que podía hacer.

—Oh, bueno... yo... ¿está Stiles? —Jennifer rodó los ojos.

—Está ocupado, y así estará por un par de días más. Así que tú y tu padre cuiden muy bien de la cría de Derek. Ya me ha costado mucho —y cortó la llamada.

A los pocos minutos de eso, salió Stiles con unos libros en mano. Jennifer le sonrió.

—Creo que serán suficientes —subió con ellos al auto y los metió en una caja debajo de su asiento.

—Ahora sí, vamos —ella lo detiene.

—Stiles, tenemos que irnos por unos días —Stiles la mira confundido—. Los libros solo te enseñarán cómo revivir a alguien, pero tu poder, el poder de la chispa en tu interior, nos hará viajar al plano ancestral de los Nogitsune. Pero esa chispa no está despierta aún.

—¿Qué? ¿Tengo que entrenar? —Ella asiente—. ¿Por cuánto tiempo? ¿Dos días, un día? —la mira con frustración—. Le prometí a Eli que lo cuidaría en su primera luna llena.

—La luna llena es en una semana. Solo serán tres días. Tu magia no es peligrosa, pero si la controlas, podría ser tu arma si quisieras —toma la mano de Stiles entre las suyas y, con un bolígrafo de los que Stiles tiene al alcance, dibuja en la palma de su mano. Él solo siente un cosquilleo. Cuando Jennifer termina, ve que es el trisquel de tres espirales.

—Hoc est scintilla tempore —Jennifer recita mientras presiona con su dedo pulgar sobre aquel dibujo. Él no lo ve, pero sus ojos se volvieron completamente blancos y brillan muy fuerte. Jennifer, al ver eso, deja de presionar.

Stiles siente como una explosión, cierra sus ojos, por lo que no vio cómo su cuerpo envió unas ondas blancas que cubrían todo a su alrededor. Jennifer sonrió.

Jennifer estaba feliz. Otra vez estaba haciendo algo bien, y todo gracias a Derek. Ella estaba planeando un ataque contra Scott cuando Derek la encontró. Pero él le dijo que ocupara sus fuerzas para ayudar, que si Scott hacía algo mal, la vida misma se encargaría de ello. El karma es una perra.

Y así era. Desde que ella misma había empezado a hacer cosas buenas, la vida le había sonreído de la mejor manera.

—¿Qué fue eso? —preguntó Stiles al volver en sí mismo.

—Fue tu chispa. Mira tu mano, se ha consumido la tinta —Stiles acarició la zona. Efectivamente, no había tinta.

—¿Me tengo que quemar para que salga como los tatuajes en los lobos? —preguntó preocupado.

—No, no era permanente. Solo era tinta de lápiz, pero desapareció sin esfuerzo solo al despertar tu chispa. Eso es bueno. Eso significa que sí, tu chispa despertó por Derek —le dice y se acomoda en el asiento—. Ahora vamos a mi casa.

—¿Dónde está tu casa? —pregunta.

—En Historic District, calle Horses —dijo simple.

—Eso está al otro lado de Beacon Hills —rezongó.

—Por lo cual nadie te buscará ahí —señaló la carretera en señal de que avanzara.

—¿Se te olvida que son unos chuchos pulgosos que me pueden seguir por mi olor? —dijo molesto.

—La chispa que acaba de despertar en ti tiene un olor aislante. Ya no tienes el mismo olor que ellos conocían —le dice, intentando no perder la paciencia, ya que él no sabía nada.

—¿Por qué no me explicas estas cosas antes? —dice molesto y enciende el auto.

—No preguntaste. Cuando uno tiene algo nuevo que adquiere, se pregunta cuáles son las ventajas y desventajas —rezonga ella.

—Bueno, casi nunca obtengo algo tan importante —dice por lo bajo.

—Las cosas no son importantes porque otros lo digan. Son importantes porque así lo siento y así son para mí —menciona distraída.

—Tú, hablando de cosas importantes —dice con ironía.

—Pues créelo. Eli es importante, mis hijas son importantes para mí, mi esposo, mi trabajo, mi auto de mamá pordiosera —murmura mirando por la ventana—. Cosas pequeñas, pero con sentido y sentimiento.

—Wow, sí que eres diferente —dice sonriendo.

—Bueno, Derek me dijo: "Cambia esa forma de vivir o te juro que te mato". Empecé a ir a terapia y, tres años después, conocí a Alec. Él era torpe y salvaje, pero juntos nos acoplamos y aprendimos. Ahora vivimos bien y felices.

—Bueno, bien por ti. Me gusta cómo al menos tú sí pudiste avanzar —le sonríe.

—Gracias a Derek. Él es un buen tipo. Creo que al fin me perdonó. Eso ayudó a que me perdonara yo misma —dijo sonriendo.