Conozco el amor

Conozco el amor

No suelo plasmar el amor en mis versos,

no por falta de experiencias, sino porque se alejó,

como un cometa que atraviesa la noche,

dejando un rastro efímero de luz en su estela.

En los momentos compartidos, hallé la felicidad,

cada instante fugaz, un tesoro efímero.

El tiempo, aunque limitado, me ofreció un destello de dicha

en el vasto mar de la existencia.

Al conocer el amor, descubrí su esencia,

aunque no lo escriba en cada línea,

sé que vale la pena buscarlo, intentarlo,

y aprovechar cada segundo que nos brinda.

Las caricias, sutiles ecos del pasado,

las añoro en un susurro silencioso,

la intimidad, ese refugio sagrado,

queda en la memoria como un santuario.

Los errores, sombras que nos persiguen,

trazaron caminos con sus cicatrices.

Dolió el alejamiento, como romper un lazo etéreo,

pero cada dolor lleva consigo una verdad oculta.

No cierro la puerta al amor, jamás lo haré,

aunque el miedo intente erigir barreras.

Porque en cada intento, en cada entrega,

se revela el valor intrínseco de amar.

El amor, viaje incierto sin cartas ni brújulas,

en cada recodo, en cada desviación,

encontramos la esencia de nuestra humanidad,

una llama eterna que arde sin extinguirse.

Así, aunque el amor no habite en todos mis versos,

sé que en mi corazón vive, latente,

esperando el momento de resurgir,

y en ese resurgir, encontrar un nuevo amanecer.

Es en la experiencia del amor, ausente de palabras,

donde hallo la razón de seguir buscándolo.

Porque en cada intento de amar, profundo,

descubro la verdadera naturaleza de mi ser.

El amor, filosófico y esencial,

es un misterio que embriaga el alma,

un enigma que, aunque doloroso a veces,

ofrece la promesa de un propósito renovado.

Así, en cada rayo de sol, en cada sombra,

llevo conmigo la esperanza de amar nuevamente,

porque en la búsqueda y en la entrega,

está la verdadera plenitud de nuestra existencia.