Solo un sueño.

Nadie creía en las palabras de Cintia. Nos están observando. Nos estudian. Yo los veo, ellos me ven. Solo un sueño.

El mundo ha dejado de ser el que conocemos. Las cadenas atadas al cuello de cada humano caminando en fila a lo que llaman el matadero marciano. La carne humana es de lo mejor en la galaxia. ¿A que sabe? - pregunta un ingenuo en las mazmorras.

- Como a cerdo. - le comenta. Es mi turno. ¿La vida es esto? Se preguntó desde tiempo inmediato en donde las generaciones que vinieron ya fueron esclavizadas.

El viejo que comparte la celda, me habla de algo llamado libertad, pero que ya no existe. Hora de comer. Un vomito asqueroso para engordar nos arrojan de una compuerta. Algún grito de dolor se oye. No hay que ponerse nervioso dicen ellos, o la carne se endurece. Es mi turno parece, al ver la pantalla.

Cintia despierta transpirada. Asustada. Su madre llega a la habitación. Era una pesadilla, hija. La niña comenta a todos lo sucedido. Historias de niños de imaginación apocalíptica, distopico, y aterradora. La niña tal vez sufre alucinaciones aclaran los expertos en medicina.

El futuro lo hacemos nosotros dicen. Cintia, se durmió, y el futuro fue de ellos.

- Buena suerte, y adiós - se despide el cordero.