Capítulo Diecinueve

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Ricardo y yo llegamos a mi restaurante favorito y pedí inmediatamente y sin ver la carta tallarines a lo Alfredo con champiñones, con una gran sonrisa y con las patadas de Valentina que no paraban, supongo que por lo feliz que la voy hacer con su antojo. Ricardo pidió una lasaña mixta de todas las carnes con una copa de vino tinto y para mí jugo de naranja.

• Lo bueno es que podemos darle los gustos a nuestra Valentina – toca mi vientre - y así no saldrá con cara de tallarín a lo Alfredo –sonríe.
• Ni lo digas amor, te imaginas una niña con cara de tallarín – nos reímos.
• Pues no me lo imagino, yo solo espero que saque tus ojos, tu cabello, tu sonrisa… y tú, que ¿quieres que saque de mí? – me mira fijamente.

Cuando escuché aquella pregunta mi corazón empezó a latir a mil, nunca deseé que Valentina tuviera algún parecido a él, desde que estábamos solas en Máncora deseaba que tuviera la sonrisa y que se pareciera mucho en el actuar de Yaneth, pero nunca pensé en Ricardo… ¿por qué?

• ¿Amor? – dice Ricardo sacándome de mis cavilaciones - ¿qué sucede? ¿tan difícil es pensar en que deseas que Valentina saque de mí? – sonríe – yo te ayudaré, ella sacará mis labios, así te besaremos a cada momento – besa mis manos.

Nuestro pedido vino a salvar la situación, comimos en silencio hasta que Ricardo lo rompió.

• Amor, ¿Cuándo te toca ir con el obstetra?
• Mi última cita antes del parto será dentro de dos semanas.
• Amor… y ¿puedes aun caminar? – sonríe – es decir sin molestia alguna.
• Me dices lo mismo que las enfermeras con las que trabajas, ellas también me preguntaron los mismo y para sorpresa de todos, sí aun camino sin molestias.

Seguimos platicando sobre Valentina y mi embarazo, terminamos de almorzar y volvimos al hospital; subimos juntos hasta la habitación de Yaneth, abrimos la puerta y al entrar… ¿Amanda?

• Hijos regresaron – dice Priscila al vernos entrar.
• Hola mamá, ¿Quién es ella? – pregunta Ricardo al ver a Amanda tomando la mano de Yaneth.

• Ricardo, Anghela ella… es la novia de Yaneth, Amanda.      
• Hola, mucho gusto – dice ella.
• ¿¡La novia de Yaneth!? – pregunto abriendo los ojos en desmesura.
• Sí querida – responde Priscila -, por ella es que Yaneth se encontraba en Máncora el día de su accidente.
• ¿Era por ella que Yaneth estaba en Máncora? – cuestiona Ricardo sin creer lo que escuchaba y me miró.

Priscila nos contó todo lo que Amanda le había dicho acerca de ellas además dijo que después de las vacaciones que tuvieran en Máncora, ellas habían decidido de vivir juntas en Italia. Cada palabra que escuchaba hacia que mis sentimientos me estrujaran, no podía ser que Yaneth haya decidido rehacer su vida con esta mujer, aunque a ella se le ve más seria y madura, incluso en su forma de vestir se le ve distinta. ¿Será posible… que sea verdad todo lo que Amanda ha contado?, pero si no fuera así… ¿cómo sabría lo Máncora y por qué está aquí?

• Tú eres Ricardo ¿cierto? – dice Amanda acercándose a él quien asiente – nos conocimos en Toronto, cuando Yaneth y yo nos reencontramos. A partir de allí, ella y yo seguimos en contacto fue de ese modo en que volvimos a juntarnos – sonríe.
• Si, te recuerdo… aunque en ese entonces, llevabas el cabello de otro color.
• Si, era mucho más joven y… tú sabes – sonríe y me mira –, hola Anghela, tiempo sin verte.
• ¿Se conocen? – pregunta Priscila.
• Sí, Claro que si… Anghela fue…
• Compañera de universidad de Yaneth – interrumpe Ricardo -, ¿recuerdas mamá?
• Sí, ya lo recuerdo. Entonces ustedes también son amigas – nos mira alternando su mirada.

• Sí… somos amigas – responde Amanda con voz tímida.
• ¿Amor? – habla Ricardo para llamar mi atención – es mejor que nos vayamos a casa, no permiten muchas personas en las habitaciones de los pacientes. Ya mañana vienes – me mira fijamente.

Nos despedimos y salimos del hospital, camino a casa Ricardo y yo fuimos en completo silencio, mi cabeza no paraba de pensar en lo que había ocurrido y un recuerdo se cuela en mi mente.