UN VIEJO AMIGO

—Estas cartas se ven antiguas.

Eran un color rojizo. Desgastadas, más que nada. Pero uno no podía pedir mucho en esta situación, ¿cierto?

—Son una reliquia—le responde James mientras barajea un puñado de cartas y las reparte—. Con ellas siempre ganarás.

—Soy buena en el póker— dijo Alya con una mirada retadora aceptando las cartas que le entregaba el viejo.

—No importa mucho ello. Tengo la partida de mi lado.

—¿harás trampa?

—hacer trampa...—repitió mientras organizaba sus cartas— No creo que se pueda considerar "hacer trampa"

—Ni siquiera hemos empezado.

—¿Acaso no prestas atención a lo que te digo? Yo voy a ganar. Con estas cartas nunca perderé.

Efectivamente —escala real— se posaban las cartas en la mano de James, todos lo miraron asombrado y Alya sólo hizo un puchero, dejándose vencer.

—¿Qué se supone que fue eso?

Apareció. Como un suspiro de alivio.

—¿John...? — Alya se levanta y se acerca a su amigo, el cual tenía semanas sin ver—¿Qué les pasó? —ella tenía una sonrisa pintada, estaba aliviada de que se encontrara bien, comenzó a ver tras su hombro. Nada. —¿y Jane y Mackenzie?

—Están bien... vine a buscarlos.

—¿Qué encontraron? —pregunta James, desconcertado.

—Una fábrica. No hay infectados y hay ya un grupo de personas instalados

—¿Las dejaste solas?

—No exactamente...