Capítulo I

     Era una noche de tormenta eléctrica y copiosa lluvia cuando el muchacho fue llamado para que comprase más alcohol a sus padres adoptivos. Se encontraba solo y encerrado en su habitación tratando de buscar algo de paz en medio de aquel ambiente hostil y lleno de violencia en la cual estaba destinado a vivir. 

     Los padres adoptivos apenas podían moverse por la embriaguez en el momento de exigir al niño que vaya a comprar alcohol al almacén más cercano pese al frío y la humedad reinante en aquel pueblo de refugiados de la Neotierra, sin embargo, el estado actual de los adultos no impidió que pudieran sacar fuerzas y tironear del menor para que realizara el mandado. 

—Yo no quiero ir —reclamaba el menor—, queda lejos el almacén y está fuerte la lluvia. 

—¡Anda te digo, y obedece! —gritaba la madre adoptiva e inmediatamente le agarró del cabello hacia la puerta. 

—¡Pues yo no voy a ningún lado y suéltame el pelo! —respondió el menor con un empujón que provocó la caída de la madre. 

—¿Qué te crees, insolente de mierda que vienes a tratar así a tu madre adoptiva? —replicó el padre al levantarse de su asiento para golpear al niño. 

     La furia del padre era tanta que golpeó al menor como si este fuese un hombre grande entremedio de gritos y llantos, mientras que la madre se incorporó para ayudar también al maltrato, terminando la víctima en el suelo y semiinconsciente. 

     El menor era huérfano y fue entregado por un vagabundo que lo encontró abandonado a su suerte hace varios años atrás a estos padres quienes no pudieron tener hijos por lo que aceptaron la entrega. Posteriormente, el bebé fue creciendo hasta cumplir los diez años que tiene ahora, pero en medio de una profunda soledad y maltratado por unos padres que siempre su relación fue prisionera del alcoholismo. Ahora el menor yacía tirado en el piso e hizo un recorrido mental por todo lo que había pasado hasta el momento en que fue golpeado, cuando de repente, una misteriosa fuerza recorrió el cuerpo del muchacho envolviéndolo al igual que un fuego abrazador otorgándole una renovada energía. 

     Al incorporarse, el joven se levantó con un aura de odio y en sus ojos se podía atisbar el fuego del infierno, por lo que los padres adoptivos poco pudieron hacer cuando la presa pasó a ser el depredador y en un par de segundos fueron violentamente asesinados. El menor estaba poseído y completamente fuera de sí. 

     El joven miró con espanto al volver a su estado normal y comprobar la horrible escena que tenía delante de sus ojos: el suelo regado en sangre y el cadáver de sus dos padres adoptivos. El pánico, miedo y la desesperación se apoderaron del muchacho por cuanto no sabía qué hacer en ese instante tratando de asimilar todo lo que había ocurrido y rogando a Dios para que todo fuera solo un sueño. Los potentes truenos que sonaban en el exterior lo aterrizaron a la cruda realidad, por lo que, sin tener más alternativa, el menor decidió (pese a su negativa que les costó la vida a sus padres adoptivos) escapar de ese nefasto lugar y buscar bajo la lluvia una nueva vida subyugada siempre por su incierto futuro. 

     Así sin más en que pensar, el muchacho con el corazón latiendo furiosamente miró por última vez a sus víctimas que lo criaron, pero en medio de un clima de violencia y maltratos, por lo que abandonó aquel ruin hogar hacia la tormenta eléctrica en favor de un mejor horizonte.