∞Capítulo 30: "Rompimiento"∞

—No me puedes hacer esto, debe haber un error —dije mientras caminaba de un lado al otro. 

—No pensé que pasaría esto, no sé qué hacer —dijo. 

—Lo sé, pero debemos encontrar el camino, nos van a comenzar a buscar en un par de horas —dije.

—En verdad no sé qué hacer, solo caminar y buscar el camino. 

—Paul, estamos perdidos, las horas seguirán pasando —dije. 

—Si caminamos y buscamos el camino, nos perderemos más. 

—¿Qué hacemos? —pregunté. 

—No podemos quedarnos aquí, así que busquemos el camino donde pasamos —dijo. 

Comenzamos a caminar y Paul seguía sin ubicar nada, eso nos preocupó más y decidimos detenernos. 

—Perdón por hacerte la broma, no debí hacerlo, no estaríamos pasando por esto —dijo con desesperación.

—Paul, no te culpes, no fue tu culpa, ahora hay que seguir buscando el camino —dije. 

—Es que no lo encuentro, mi cabeza está en blanco y no recuerdo nada ahora mismo —dijo con preocupación. 

Abracé a Paul y él me correspondió. 

—No te preocupes, encontraremos el camino. 

Seguimos caminando y Paul seguía sin recordar nada, así que se detuvo y se frustró. 

—Paul, no te detengas, trata de recordar —dije. 

—Leila, en verdad no puedo recordar nada. 

—¿Qué haremos? —pregunté con preocupación. 

Nos sentamos en una roca grande que estaba ahí y traté de pensar un poco, pero tenía la mente en blanco, no conocía nada y no podía ayudar en nada.

Los minutos siguieron pasando y no podía estar peor la cosa, ya que comenzó a llover. 

—Necesitamos hacer una base en ese árbol para no mojarnos —dijo Paul. 

—¿Cómo? —pregunté. 

—Consigue unos palos, creo que tengo algo en la mochila para amarrar —dijo. 

Comencé a buscar unos palos largos y los junté. 

—¡Con cuidado, Leila! —exclamó. 

La lluvia subió de intensidad y logré juntar varios palos, lo malo es que me mojé demasiado. 

—Espero que alcance con esta cuerda para poder amarrar los palos al árbol —dijo. 

Unió los palos y parecía una balsa de madera. 

—Voy a subir al árbol, debo amarrarlo muy bien para que no caiga —explicó. 

—Ten cuidado, Paul, está muy resbaloso, te puedes caer —dije. 

—No te preocupes, estaré bien. 

Se subió al árbol con cuidado y logró amarrar cada borde a una rama. 

—Listo, ya puedes cubrirte —dijo. 

Nos sentamos debajo de esos palos y esperamos a que bajara. 

—La lluvia no se detendrá, está subiendo su intensidad cada vez más —dijo Paul. 

—Está pasando el tiempo y seguramente ya se habrán dado cuenta de que no estamos —dije. 

—Lo sé, solo nos queda esperar, ahora ya tenemos esto para cubrirnos. 

Las horas siguiendo pasando y la lluvia seguía en su mayor intensidad, lo peor es que estaba por oscurecer y todavía no encontrábamos el camino. 

—Creo que dormiremos aquí, Leila, no se detiene la lluvia —dijo Paul. 

—Definitivamente estaremos en problemas cuando lleguemos —dije. 

—Lo sé, pero ahora pensemos en cuidarnos, nos podemos enfermar si continuamos el camino. 

—¿Te había pasado esto alguna vez? —pregunté. 

—Me pasó una vez hace años, solo que no conocía muy bien la selva, mi papá tuvo que salir a buscarme y me encontró —contó. 

—¿Crees que tu papá nos busque? 

—Seguramente, no lo sé, él ya me ha dicho que siga mis instintos cuando me vuelva a pasar —dijo. 

Las horas siguieron pasando y la noche cayó, todo estaba oscuro y la lluvia ya estaba bajando. No podía dormir, tenía bastante miedo y no podía dejar de pensar en todo lo que podía pasar. 

—¿No puedes dormir? —preguntó Paul. 

—No —dije. 

—¿Por qué? 

—Tengo miedo, es todo —dije. 

—Igual yo, pero te prometo que mañana seguiremos con el camino. 

Paul hizo que me acurrucara en él y por un momento dejé de sentir frío y miedo. 

—Todo estará bien —dijo. 

Él comenzó a hablarme a mi oído y de pronto sentí que me iba a otro mundo, en cualquier momento cerraría mis ojos y me dormiría. 

—Te amo —dijo Paul y caí en un sueño profundo. 

Me desperté y lo primero que vi fue a Paul dormido, era la primera vez que lo veía dormido y se veía tan tierno.