Capítulo 18 – Señales en la sombra

-

-

No todas las señales llegan envueltas en luz, calma o paz. Muchas veces se presentan en lo que llamamos “sombra”: en las pruebas, en los tropiezos, en las personas que nos hieren o en situaciones que parecen injustas. Durante mucho tiempo pensé que la oscuridad era un castigo, una ausencia de amor, un abandono. Pero comprendí que incluso allí, en lo que duele y confunde, también se esconden señales.

Las sombras me mostraron partes de mí que no quería ver: miedos que negaba, heridas que no sanaba, dependencias que disfrazaba de cariño. Cada conflicto, cada persona que me lastimó, cada caída, no fue una casualidad. Fueron espejos puestos en mi camino para que aprendiera a reconocer quién soy y qué ya no debía cargar.

A veces las señales en la sombra son duras: un “no” inesperado, un rechazo, una traición. Pero detrás de cada uno de esos momentos había un mensaje. Era como si mis almas guardianas me dijeran: “Ese no es tu lugar, ese no es tu tiempo, esa persona no vibra contigo”.

Aprendí que la sombra no es enemiga, sino maestra. Que incluso cuando la vida me cerraba una puerta de golpe, era para mostrarme que detrás había otra, mucho más luminosa, esperándome. Y que las señales, aunque duelan, también son una forma de cuidado.

Las sombras son necesarias para que podamos valorar la luz. Y cuando uno entiende esto, deja de preguntarse “¿por qué me pasa esto?” y comienza a preguntarse “¿para qué me está pasando esto?”. Esa es la clave: transformar el dolor en aprendizaje, la oscuridad en guía, el tropiezo en un nuevo paso hacia adelante.

Hoy sé que mis guardianes también me hablan en la sombra. Y aunque no siempre me guste escuchar ese idioma, lo agradezco. Porque la sombra también me protege, también me enseña, también me prepara para brillar.