Cap. 9 Edvin

Edvin Kocevic era el menor de los tres hijos del matrimonio, y se podía decir que era el único del grupo, si no contaban a Mix que se había incorporado recientemente, que había tenido una infancia no solo normal, sino sin los sobresaltos o penurias de los demás.

Cuando Edvin nació, los señores Kocevic tomaron la decisión de que a pesar de que habían querido tener una niña, Edvin sería el último. Independientemente de lo anterior, el chico recibió el mismo amor y cuidado que sus dos hermanos mayores y tal vez más, porque cuando tenía  dos años, sufrió una inesperada apendicitis que lo colocó al borde de la muerte, razón por la cual, de ahí en adelante su madre le daría tanta atención que terminaría por malcriarlo, en opinión del padre de la criatura.

Danail, el hermano mayor de Edvin, estaba por cumplir cuatro años cuando éste nació mientras que Milen tenía dos, y como niños al fin, se sintieron celosos del intruso, de manera  que durante sus primeros años de vida molestaron tanto como pudieron al menor. Una de las cosas por las que lo molestaban, era por las pequeñas pecas que tenía Evin sobre la nariz y que se extendían unos centímetros hacia sus mejillas, así que durante su infancia fueron muchas las veces en las que el chico terminó llorando por causa de las burlas de sus hermanos. Los niños crecieron y la relación evolucionó hacia lo que debía ser una entre hermanos, pero también cambió cuando los myores notaron que Edvin precía vivir en otro planeta, que creía las cosas más inverosímiles y que bastaba con que alguien le contase algo, por absurdo que esto fuese, no solo para que el chico lo creyese, sino para que en muchas ocasiones pasase días teniendo horrorosas pesadillas. Con las cosas así, los chicos comenzaron a preocuparse y a velar con más responsabilidad por el pequeño Edvin, y a evitar en lo posible, que sus compañeros o amigos se aprovechasen de su credulidad. Con las chicas era otra la historia, porque incluso antes de que Edvin notase las diferencias entre niños y niñas, éstas precían sentirse muy a gusto en su compañía, de modo que cuando Edvin comenzó a sentirse atraído por ellas, no le supuso ningún problema, porque ellas siempre parecían hipnotizadas por los cándidos ojos color caramelo y por la inocente sonrisa de Edvin. Ante esta situación, los mayores consideraron oportuno advertirle acerca de ciertos riesgos y afortunadamente nunca hubo desastres.

Los tres habían heredado el aspecto físico de Tatiana, su madre, pero si bien los tres tenían el cabello castaño rojizo, Milen era el único que había heredado los azules ojos de su madre y siempre fue considerado el más apuesto de los tres, pero el encanto infantil de Edvin y su idiscutible labia, harían que se atrajese más atención que sus hermanos.

Debido a lo mucho que lo habían consentido, fue que a Edvin y a diferencia de sus hermanos, se le permitieron extravagancias como el indecente largo de su cabello, el piercing en la lengua, y el primer tatuaje que se había hecho cuando tenía alrededor de catorce o quince años y que estuvo a punto de costarle el matrimonio a sus padres, pues el señor Kocevic y como cabía esperar, hacía responsable a su esposa por el díscolo comportamiento de su hijo.

Danail y Milen, que para entonces tenían diecinueve y diecisiete años respectivamente, intercedieron a favor de su madre intentando no dejar muy mal parado tampoco a Edvin o su padre desplazaría toda su ira hacia el chico, y, aunque Edvin nunca lo supo, finalmente fueron sus hermanos los que salvaron su alocada cabeza y el matrimonio de sus padres.

La entrada de Edvin a la universidad fue otra prueba de resistencia en la que se vio involucrada toda la familia, cuando el bebé anunció que de ningún modo quería estudiar en la facultad donde lo habían hecho su padre y sus hermanos, es decir, en la universidad de Sofía, sino que quería irse a Londres.

Tatiana, la madre de Edvin, solo pensaba que su pequeño hijo no podía irse solo a un lugar tan remoto sin nadie para cuidar de él, mientras que los hermanos de la criatura pensaban que su madre debía aterrizar con urgencia si pensaba que Edvin seguía calificando en el renglón de pequeño, pero coincidían con ella en que sería un peligro dejarlo ir a cualquier lugar fuera de la ciudad sin la adecuada compañía; la cuestión era que la preocupación de Danail y Milen no era por la edad, sino por la franca incapacidad de Edvin para ubicarse.

Para ser honestos, no solo Tatiana había malcriado y sobreprotegido a Edvin, sino que sus hermanos habían sido partícipes de aquella conducta, aunque no de forma tan exagerada como la de su madre, pero si había sido así, era porque desde pequeño Edvin demostró aquella incapacidad y solía perderse dentro de su propia casa. Otra cosa que preocupaba a los hermanos Kocevic, era la inmadurez emocional de Edvin, algo que la psicológo que lo atendió, después que el niño había presenciado un accidente, dijo iba a tardar un poco en resolverse o tal vez no se resolvería nunca, pues había individuos que envejecían, pero no maduraban nunca. Con las cosas así, los Kocevic pensaban que era una pésima idea permitirle marcharse, y, aunque no llegaban al dramatismo de Tatiana de decir que su hijito no podía enfrentarse a un mundo cruel por naturaleza, sí seguirían preocupados por las muchas posibilidades que tendría de colapsar cuando se encontrase perdido y sin nadie a quien recurrir.

No obstante, como Boris Kocevic, el padre del susodicho, y aunque al principio montó en cólera al escuchar a Edvin referirse a su facultad, como una cosa arcaica, finalmente concedió su permiso y al menos los chicos pensarían que conociendo a su padre, él encontraría mucho mejor que su vástago menor no pisase su antigua facultad e hiciese la clase de disparate que lo dejaría en ridículo ante la sociedad búlgara, y que era por eso, más que por complacer el capricho del niño, lo que lo llevaría no solo a aceptar, sino a realizar los trámites para que Edvin fuese admitido en la universidad que escogiese en Londres.