LA MARCA

A veces no necesitas ser detective para ver la verdad… solo necesitas buenos amigos, mucha fe y un novio que huele a colonia de iglesia y abrazos de Dios.

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Nos reunimos temprano, justo en el parque detrás de la iglesia. El sol apenas estaba saliendo, y ahí estaban todos: Steve con una taza de café para mí (de canela, mi favorita porque él recuerda esas cosas), Natali con su libreta llena de teorías, Javier con un gorro de vaca (no pregunten, era su onda) y Percy… comiéndose una empanada de queso como si la empanada fuera su única razón de vivir.
"Entre tanto caos espiritual, hay algo reconfortante en saber que Percy jamás compartirá su comida, Javier usará cosas raras, y Steve… bueno, Steve es como el Espíritu Santo con tenis. Siempre llega justo a tiempo."

Nos sentamos en círculo.

—Ok, chicos —dije—. Este símbolo… el que venía en el sobre… ¿alguien lo ha visto antes?

Lo saqué de mi mochila. Un círculo con un triángulo dentro y un punto en el centro. Parecía simple. Pero todos lo sentíamos: no era cualquier cosa.

—Yo sí lo he visto —dijo Percy, con la boca llena.

—¿Dónde? —preguntó Steve, acercándose.

—En un libro viejo que tenía mi tío. Él estudió símbolos antiguos y cosas de sectas… no me juzguen. Era coleccionista.

—¿Lo tienes? —preguntó Javier.

—Creo que sí. Bueno, Natali lo tiene. Ella roba mis libros.

—No los robo —dijo Natali, alzando la ceja—. Solo los adopto por falta de uso.

Fuimos a casa de Percy. Allí estaba el libro, grueso, polvoriento y con un nombre que daba miedo: “Sellos de Sangre: Signos de pacto en cultos antiguos”.
"Sellos de sangre… ¡Ay, Señor! ¿No había un título más cristiano? Tipo 'Manual para rebeldes arrepentidos' o 'Cultos satánicos para evangelizar con éxito'?"

Steve me tomó la mano mientras Natali y Percy hojeaban el libro. Ese simple gesto me calmó el alma. Me miró con esos ojos marrones llenos de ternura y me dijo:

—No estás sola. Y no lo estarás nunca.
"Señor, gracias por este hombre. Si lo hiciste así, fue con plan y propósito. Seguro dijiste: ‘voy a hacer uno que ame a Mariana como yo la amo’. Y lo hiciste pastelito de chocolate, para colmo."

—¡Aquí está! —gritó Natali de pronto—. Este símbolo… es una marca de compromiso de alma. Es usada en rituales donde una persona entrega parte de su voluntad a otra. Es muy antigua. ¡Y muy peligrosa!

—¿Una especie de pacto? —pregunté.

—Sí. Y quien lo lleva… queda conectado con el que originó el símbolo. Para romperlo, se necesita romper también el origen.

—¿Y cuál es el origen? —preguntó Javier, frunciendo el ceño.

—No lo dice —respondió Percy—. Pero sí dice algo raro… que el símbolo puede volverse visible en la piel de quien está cerca del “elegido”.

Me miraron todos.

Yo tragué saliva.

—¿Qué?

—Tienes algo… —dijo Steve, alzando mi muñeca.

Una ligera marca… como una quemadura vieja, con ese símbolo. ¡En mi piel!
"AH, NO. NO. NO. ¿Y ESTO DESDE CUÁNDO? ¿SEÑOR, HAY UNA UNCIÓN PARA DESACTIVAR TATUAJES MALDITOS? ¿HAY AYUNO DE SÍMBOLOS O ALGO?"

—Esto no estaba ayer —susurré—. ¡Lo juro!

Steve me abrazó. No dijo nada. Solo me sostuvo.

—Vamos a orar —dijo—. Y luego vamos a encontrar el origen. Porque tú no estás marcada por eso… estás marcada por Dios. Y esa es la única marca que importa.

Nos tomamos de las manos. Incluso Percy dejó la empanada. (¡Milagro registrado!)

Javier oró con voz fuerte. Natali con lágrimas en los ojos. Steve con firmeza. Y yo… con todo el miedo del mundo, pero también con una paz inexplicable.
"Porque cuando estás rodeada de quienes te aman con el corazón de Cristo… incluso una guerra espiritual se vuelve más soportable."

Salimos de la casa con una sola misión: buscar al creador del símbolo.

Y aunque yo no lo sabía aún… ese camino nos llevaría a descubrir secretos que cambiarían todo.