CAPÍTULO 20. La reunión musical. (Davien, Harris).

Davien

El apartamento estaba lleno de ruido, pero esta vez no era el caos de la calle ni el murmullo de voces ajenas. Era nuestra propia música, nuestros propios acordes. Damon había traído partituras nuevas, Donwho su guitarra acústica, Rylan su bajo, y Harris… Harris estaba allí, sentado frente a la batería, con la mirada seria.

—Faltan solo unos días —dije, intentando sonar firme—. Media semana y estaremos en el escenario.

Rylan asintió, seco.
—Necesitamos cerrar el setlist.
—Ya tenemos casi todo —añadió Damon, con calma—. Solo falta decidir la canción final.

Donwho sonrió, levantando la guitarra.
—Propongo empezar con algo sencillo, para calentar al público.

Ensayamos una pieza ligera, casi juguetona. Harris marcó el ritmo con precisión, y por un instante, todo pareció fluir. Pero yo lo miraba de reojo, y notaba la tensión en su gesto. No me devolvía las miradas.

Después pasamos a una canción más complicada, llena de cambios de ritmo y armonías tensas. Damon se perdió en el piano, Rylan marcó el bajo con fuerza, Donwho acompañó con acordes intensos. Harris dudó al principio, pero luego se lanzó, redoblando con energía.

—Eso es —dije, animándolo.

Él no respondió. Solo bajó la mirada, como si mis palabras no significaran nada.

Harris

La reunión era necesaria, lo sabía. El concierto estaba demasiado cerca. Pero cada vez que Davien hablaba, sentía un nudo en el estómago. Sus palabras del ensayo anterior seguían resonando en mi cabeza: “Si está aquí solo por mí, entonces no sé cuánto durará.”

No podía olvidarlo.

Toqué la batería con fuerza, intentando liberar la rabia. La canción sencilla salió bien, pero en la complicada me perdí un segundo. Davien me animó, pero no quise mirarlo. No quería darle la satisfacción de pensar que me importaba.

Los demás parecían ajenos a la tensión. Damon sonreía, Donwho hacía bromas, Rylan se mantenía serio como siempre. Pero yo sabía que algo había cambiado.

Cuando terminamos, guardé las baquetas sin decir nada.