Capítulo 8 — “Cláusula 6: El día que el chef se puso celoso”

🐾 Notas confidenciales de Garbanzo, gato con experiencia emocional

" Los humanos son criaturas curiosas.
Ella finge que no le importa el chef, pero cada mañana revisa dos veces su cabello antes de venir al set.
Él dice que no la mira, pero sabe exactamente cuántos pasos da hasta su escritorio.

Y ahora, para hacerlo más divertido, han traído un francés sonriente.
Perfecto.
Amo cuando la vida me da material para un buen drama romántico".

*****

El set de CulinArt Studios estaba más animado que nunca.
Los focos brillaban, las cámaras giraban, y Valeria repasaba papeles mientras Garbanzo se acurrucaba sobre su maletín, observándolo todo con el aire tranquilo de quien sabe más de lo que aparenta.

El director dio un aplauso.

—¡Atención, equipo! Hoy se une un nuevo participante: Luca Deveraux, ganador de la beca de gastronomía de París.

Un joven alto, con sonrisa de revista y acento que podía vender helado en invierno, entró saludando a todos.

—Bonjour, mes amis! Prometo traer un poco de romance a la cocina.

El equipo femenino suspiró.
Garbanzo lo observó con una expresión tan neutra que parecía felinamente diplomática.
Valeria alzó apenas una ceja.
Y Julián… dejó caer su cuchillo sobre la tabla con un golpe seco.

*****

—¿Quién invitó a Monsieur Croissant? —murmuró Julián.

Rocío, que revisaba la lista de ingredientes, sonrió.

—Es nuestro nuevo concursante estrella.

—Ah, estrella. Claro. Yo solo llevo cinco años siendo el chef titular del programa. Pero sí, denle el foco al francés de sonrisa fotogénica.

—¿Estás celoso?

—No, solo… observador.

—Claro. Observador con mandíbula tensa.

Garbanzo emitió un pequeño maullido.
Rocío lo tradujo sin dudar.

—Dice que madures.

*****

Luca se acercó a Valeria con la misma confianza con la que uno se acerca a un postre seguro de que no engorda.

—Perdone, mademoiselle, ¿usted es la abogada del programa?

—Así es.

—Qué elegante. Nunca había visto a una abogada en tacones revisar cláusulas entre hornos.

—Tampoco yo —respondió ella sin inmutarse—, pero aquí estamos.

—¿Y también cocina?

—Solo corazones… rotos, cuando me hacen perder tiempo.

Garbanzo soltó un sonido parecido a una risa ronroneada.

Julián, que los observaba desde la distancia, apretó los labios.

*****

—Ah, el chef Moretti, ¿no? —dijo Luca al notar su mirada—. Es un honor conocerlo.

—El honor es mío —respondió Julián, con esa sonrisa educada que esconde un “no me agradas”.

—Su trabajo es inspirador. Tal vez podamos compartir técnicas.

—Tal vez —contestó Julián—, pero las mías no incluyen coquetear en horario laboral.

—Oh, tranquilo, solo conversaba.

—Sí, claro. Conversación gourmet.

Valeria los interrumpió.

—¿Podemos evitar el duelo de egos masculinos? No está cubierto por el seguro del canal.

Garbanzo rodó los ojos.

🐾 Pensamiento de Garbanzo:
<< “Humanos…”, pensó. “Con tanto fuego, podrían hornear el pastel del siglo.”>>

*****

La jornada continuó entre risas, cuchillos, y miradas cruzadas.
Luca pedía consejos legales a Valeria cada diez minutos.
Julián, mientras tanto, cocinaba con el ceño fruncido, derramando más azúcar de la necesaria.

Durante un descanso, Rocío lo enfrentó.

—¿Qué te pasa?

—Nada.

—Te estás comportando como si te hubieran robado tu batidora.

—No, como si me hubieran robado… aire.

—¿Aire con nombre y tacones?

—Exacto.

Garbanzo, sentado sobre una caja, lo miró fijamente.

—Ni empieces —le dijo Julián al gato—.
Garbanzo solo parpadeó, sabio y silencioso.

Por la tarde, el director decidió hacer una dinámica:

“Cada dúo cocinará juntos para evaluar su coordinación. ¡Sortearemos los equipos!”

El destino, como buen guionista, unió a Valeria y Julián.
Luca fue emparejado con Rocío.

—¿Lista para trabajar en equipo? —preguntó Julián.

—Depende del equipo.

—Entonces estamos en problemas.

Empezaron la receta: soufflé de fresa y vainilla.
A los cinco minutos, Julián intentó bromear.

—¿Ve? Esto es trabajo en equipo: usted lee cláusulas, yo bato claras.