Capítulo 9 — “Cláusula 7: Café sin azúcar y con verdad añadida”

🐾 Notas confidenciales de Garbanzo, gato con experiencia emocional

> Los humanos creen que todo empieza con una gran confesión.
Error.
Todo empieza cuando dos personas hablan sin darse cuenta de que ya no necesitan fingir.

Ella viene porque dijo que “necesitaba despejar la mente”.
Él la invitó porque dijo que “había una cafetería cerca del estudio”.

Ambos mienten.
Y lo hacen con un talento que hasta yo admiro.<

*****

El café quedaba a dos calles del estudio.
No era un lugar elegante, pero tenía ese encanto que solo los sitios con olor a pan caliente y tazas desiguales podían tener.

Había pocas mesas, un par de lámparas amarillentas y una vitrina donde los pasteles parecían demasiado felices para existir.

Valeria llegó con su cabello recogido en un moño improvisado.
Sin tacones. Sin traje.
Solo ella, más simple, más real.

Julián ya estaba ahí, con una taza humeante y una sonrisa de bienvenida.
Garbanzo la acompañaba, subió y se sentó sobre la mesa con la dignidad de un cliente habitual.

—Llegó antes que yo —dijo ella.

—Temía que cambiara de opinión.

—Casi lo hago.

—Por suerte, el tráfico emocional estuvo despejado.

Ella rió bajito y se sentó frente a él.

*****

Pidieron dos cafés y un trozo de pastel que Garbanzo miró con esperanza felina.

—No lo mire así —le dijo Valeria—. No va a comer pastel.

—Si él no come, yo tampoco —intervino Julián.

—¿Qué clase de solidaridad es esa?

—La de quien sabe que un gato con hambre puede destruir su reputación.

Ella lo miró divertida.
Por primera vez, se sintió cómoda riendo con él.
No había cámaras, ni contratos, ni títulos. Solo dos personas que, por accidente, se entendían.

*****

—¿Sabe qué es curioso? —dijo él, girando la taza entre sus manos—.

—¿Qué?

—Que usted parece más tranquila aquí.

—No tengo a veinte personas pidiéndome que firme algo.

—O a un chef molestando cada cinco minutos.

—Eso también.

—Entonces, ¿por qué vino?

—Porque necesitaba silencio.

—Y yo soy lo contrario al silencio.

—Exactamente.

Ambos se rieron, suavemente.

*****

Garbanzo los observaba con aire satisfecho.

🐾 Pensamiento de Garbanzo:

> Así empieza todo: una risa pequeña, una taza compartida, y la sensación de que el mundo por un rato deja de gritar.

*****

—¿Siempre quiso ser chef? —preguntó ella, curiosa.

Él asintió.

—Desde niño. Me gustaba ver cómo algo tan simple podía hacer feliz a alguien. Cocinar era mi manera de entender a la gente.

—¿Y lo consiguió?

—Todavía lo intento. Hay quienes son más fáciles de leer que otros.

Ella sonrió.

—¿Eso fue una indirecta?

—Un intento.

—Mala puntería.

—Me pasa seguido.

—¿Y no se rinde?

—Nunca. La cocina enseña que si algo se quema, se vuelve a empezar.

Valeria bajó la mirada.

—O se cierra el libro de recetas y se cambia de oficio.

—¿Eso hizo usted?

—Algo así.

*****

Durante unos segundos, ninguno habló.
Solo se oía el golpeteo suave de la lluvia contra el vidrio.

—Trabajar en leyes era lo lógico —dijo ella, sin mirarlo—.Era orden, estructura, normas. Cosas que podía controlar.

—¿Y eso la hace feliz?

—Hace que todo tenga sentido.

—Eso no responde la pregunta.

Valeria sonrió, con cierta tristeza.

—No estoy segura de saber qué es “feliz”.

—Entonces estamos empatados.

Garbanzo bajó de la mesa y se acurrucó junto a sus pies.

🐾 Pensamiento de Garbanzo:

> Por fin. Hablan con verdad.
Los humanos piensan que amar es besar.
Pero no, amar empieza cuando se atreven a ser honestos.

*****

Cuando se levantaron para irse, el cielo había aclarado.
La lluvia se detenía, y Valdaria brillaba bajo las luces de los autos.

Julián abrió la puerta para ella.

—No sé si esto cuenta como cita.

—No.

—Entonces tendré que invitarla de nuevo.

—¿Para hablar o para discutir?

—Para seguir sin saber la diferencia.

Valeria rió, caminando hacia la calle.

Garbanzo la siguió, con paso orgulloso.

🐾 Pensamiento de Garbanzo:

> Por fin hablan como seres civilizados.
Tal vez en el año dos mil nunca firmen un acta de amor, pero al menos se entienden con los ojos.<