CAPÍTULO 13

Maratón 1/3

 SYNA

Sin pensarlo, ni decirle a Ramiro y Dorian que es lo que ocurre, sostengo la piedra que Malcom me dió, que cuelga en un collar en mi cuello,  y me teletransporto.

Aparezco frente a una cabaña de madera rodeada de flores. Pero lo que más me alarma es encontrar la puerta semiabierta. Entro silenciosamente y el tenue olor a sangre que se sentía afuera se intensifica.

Corro hacia la persona ensangrentada que se encuentra apoyada en la pared, con una errática respiración.

—Amaris...—digo cuando me arrodillo frente a ella. Sus ojos blancos se abren lentamente, intenta hablar pero un ataque de tos la invade y escue un poco de sangre —estarás bien… tranquila, estarás bien.

Intento buscar el lugar de donde proviene la sangre, pero soy incapaz de encontrar el lugar. Su pecho se encuentra lleno de esta y poco a poco, yo comienzo a ensuciarme también.

Amaris detiene mi búsqueda y con la poca fuerza que tiene aparta mis manos.

—¿Que…?

—No confíes, mi niña… —un nuevo ataque de tos la invade y las lágrimas amenazan con salir de mis ojos.

—¿En quién? ¿Quién te hizo esto, Amaris? —cuestiono, mas ella no responde a mis preguntas.

—No confíes, Syna… —tose fuertemente y más sangre sale de su boca.

—¿Amaris? —digo, más no obtengo respuesta —¿¡Amaris!?

La respuesta nunca llega, su pecho ya no se mueve y sus ojos blancos se encuentran perdidos en un punto invisible.

Lloro, grito. Pero nada logra expulsar el dolor de mi alma.

Me quedo algunas horas, llorando frente al cadáver de la mujer que me cuido durante años y que jamas dejo de hacerlo.

Reuniendo fuerzas, la entierro en el jardín de su cabaña. Entre todas las plantas que ella amaba cuidar. Y luego de darle un último adiós, regreso con la manada sabiendo que debo hacerme cargo de Ulises y asegurarse que se encuentra bien. 

Sabiendo que Dorian, probablemente, lo ha cuidado en mi ausencia.