Capítulo XXXIII: La Huida

"Este capítulo es narrado por Troy"

Después de que los chicos y yo viéramos como el Doctor Sanders despedía a la Doctora Jhonson de IEPCOM, ellos se fueron a sus habitaciones a descansar. Yo también lo hice, pero no pude- por más que lo intenté pegar un ojo en el tiempo que estuve en la cama, lo que había ocurrido me tenía completamente absorbido, no quería pensar en ello, pero no podía dejar de darle vueltas a la pregunta que tenía en la mente:

¿Podríamos detener a la Doctora Jhonson y a Fitzpatrick cuando ella saliera de la compañía?
No estaba seguro de ello, pero haría todo lo que estuviese en mis manos para que no lograra su objetivo. De repente, escucho un estruendo, cerca de la habitación en que me encuentro y salgo de la habitación sigilosamente, pues a semejante hora no era normal- eran las tres de la madrugada- que hubiese tanto ruido, por lo que recorrí el lugar rápidamente, buscando el origen de ese escándalo.

No hizo falta buscar demasiado, porque al llegar al sitio en que se gestaba semejante cosa: era la sección de la compañía en donde estaban los sujetos de prueba del proyecto de la Doctora Jhonson y ella estaba allí- cosa rara, porque la habían despedido-, como si nada hubiese pasado y después entró en ese lugar, tenía las claves de acceso para entrar allí aún: "Esto es malo, no me agrada en absoluto". Yo conozco a esa mujer mejor que nadie, es un monstruo y nada más, por lo que no podía esperar nada bueno de eso.
Me escondí por un momento, cerca de allí, para ver que estaba pasando. En cuanto vi que no había peligro para mí- de que Jhonson pudiese verme o darse cuenta de que estaba ahí-, me acerqué a la puerta de ese lugar, para ver mejor; aunque no podía hacerlo cómodamente por cuestión de espacio.

Comenzó a abrir las puertas de las habitaciones en donde estaban los sujetos de prueba y un momento después, la escuché decir:

—Chicos, salgan de ahí, vengan, vengan conmigo.

Los chicos parecían desorientados, no sabían lo que estaba pasando, no tenían ni la menor idea- yo estaría igual si pasara por la misma situación-, pero le hicieron caso, seguramente porque la habían visto antes, por agradecimiento... ¿Qué sé yo? Eso me hizo perder el hilo de lo que pasaba por un momento y decidí hacerle caso a mi sentido común, por lo que emprendí el camino de vuelta a mia habitación por un instante, porque sabía que eso no iba a salir bien.
Ni siquiera había llegado allá, cuando ocurrió algo que confirmó mis sospechas: cuando los sujetos de prueba salieron de ese lugar, se oyó una estridente alarma- que destruyó mis oídos en el proceso-, me oculté como pude y luego pensé: "Sanders no es tonto, seguro que lo hizo así para que ella no sospechara nada". Pero a pesar de eso, no sabía lo que estaba a punto de pasar.

Un numeroso grupo de guardias llegó a donde estaba la Doctora Jhonson y los sujetos de prueba y los rodearon, para evitar que ella se los llevara. Intentaron sujetarla a ella, con la intención de sacarla de ese lugar, pero ella sonrió levemente y sacó un arma blanca, que traía en todo momento- no era la primera vez que la usaba- consigo y después la clavó en su abdomen, haciendo que el guardia cayera al suelo, gimiendo de dolor y cubriendo su herida, de la cual salía mucha sangre.

—¿Alguien quiere ser el próximo? —fue la pregunta que hizo después de hacer aquello.

Los guardias restantes se acercaron a donde estaban ella y los sujetos de prueba, con la intención de detenerla, además de hacer que los XR- recuerdo que Stuart los llama de esa manera- volvieran a sus habitaciones.

Entonces ocurrió algo que nadie esperaba: Los sujetos de prueba comenzaron a golpear a los guardias rápidamente y pensé: "¿Acaso la Doctora Jhonson no pudo evitar que aprendieran a luchar o esa fue su idea desde el principio?", pero después caí en cuenta de que una persona como ella, con su historial y todo lo que ha hecho en su vida no puede tener otro motivo que ese: "Ella lo planeó todo, los convirtió en asesinos o matones sin ninguna piedad. Si quiso hacerlo conmigo, que no soy nada suyo... ¿Por qué no lo haría con ellos?".

Se dividieron en dos grupos: uno formado por los chicos y el otro por las chicas; aunque una de ellas no parecía entender lo que ocurría y no hacía nada- o quizás no le gustaba lo que veía-, pero no le prestaban mucha atención. Me fijé primero en las chicas, una rubia, que golpeaba a los guardias en la ingle o en su intimidad, para que se descuidaran y después los pateaba en el rostro, dejándolos inconscientes. La otra chica, que era morena, los golpeaba en la boca del estómago por lo que se quedaban sin aire, lo que ella aprovechaba para poder noquearlos al darles puñetazos segundos después.

Con respecto a los chicos, el moreno hacía que los guardias se cayeran al suelo- aprovechaba su corpulencia y fuerza para embestirlos- y después los pateaba varias veces en todo el cuerpo, hasta que perdían la consciencia de lo que ocurría, algo que parecía disfrutar. El blanco les pateaba las piernas, llegando a fracturarles los huesos en el proceso y cuando ya estaban adoloridos o incapacitados para defenderse, los golpeaba estrellando sus cabezas contra el piso, hasta que perdían el sentido o morían, por la fuerza con que lo hacía.

El asiático del grupo no tenía esa clara intención de matar al luchar, sino que parecía defenderse- eso creo yo- de los ataques de los guardias. En su caso, la mayoría se acercaron a donde estaba e intentaron golpearlo, solo que no pudieron lograrlo, porque él se defendió, rompiendo el brazo de uno de ellos, para después dejarlo fuera de combate con un puñetazo; los otros siguieron en su lista- eran cinco sin el que cayó primero-, por lo que golpeó al segundo en el pecho y al tercero le aplicó una llave, para después alzarse en el aire y dejarse caer sobre el guardia, noqueándolo de un codazo en el rostro. Al cuarto le propinó una patada voladora, que lo hizo chocar contra su compañero en el trayecto, para después noquearlos a ambos con sus puños, al mismo tiempo.