Capítulo 5 - El Hijo De Mi Amiga.

Arrojé las rosas a la papelera de la zona de descanso del trabajo y me quedé mirándolas, sin poder evitar echarme a llorar y cubrírme la cara con las manos. Posiblemente me había convertido en alguien lamentable después del divorcio. 

- Elena. - Al escuchar a Angela llamarme bajé mis manos y la ví junto a su hijo. Kevin tenía una expresión de sorpresa y me apresuré a asentir y secar mis lágrimas.

- Pensé que ya no había nadie. - Comenté debido a que las luces estaban apagadas en su mayoría y me acerqué hasta la puerta que nos separaba. Me crucé de brazos e intenté fingir que no me habían visto llorar. 

- Estaba mostrando a Kevin los bocetos de la ropa hombre joven que sacaremos próximamente. - Me explicó Angela poniendo su mano en el brazo de su hijo, para hacerme reparar en él y lo miré. - En adelante lo verás mucho por aquí. 

- Espera. - La miré y me señalé. - ¿Hablas de la que estoy trabajando yo?. - Angela asintió y me mostré más animada. - Estoy felíz de que me prestes a tu preciado hijo. - Junté las manos y le prometí. - Cuidaré de él como si fuera mi propio hijo. 

- Solo cumple con tu trabajo y será suficiente. - Me respondió Kevin. Lo miré viéndolo mostrarse más serio de lo habitual y le asentí.

- Haré mi mejor esfuerzo. - Le prometí. Kevin asintió y se dirigió a su madre justo cuando a esta le sonó el teléfono. 

- Me voy primero. - Angela sonrió con agrado al recibir de él un beso en la mejilla. 

- Yo también me voy. - Salté rápidamente cuando Kevin caminó para el ascensor y le ofrecí a Angela una pequeña reverencia antes de ir detrás de su hijo. Kevin que había llamado al ascensor miró en dirección a su madre cuando me paré a su lado. 

- ¿Huyes de un interrogatorio de mi madre?. - Me preguntó mirándome a mí y tras ver a Angela ocupada al teléfono, lo miré. 

- No. - Mentí y presioné después el botón del ascensor varias veces. - ¿Por qué tarda tanto?. - Volteé a mirar en la dirección de Angela y me sorprendí cuando mi mano fue envuelta por la de Kevin. Las observé con asombro y subí mis ojos hasta él. 

- Ya está aquí. - Me dijo y no lo entendí hasta que tiró deliberadamente de mi hacia la puerta del ascensor ya abierta y presionó dentro el botón de la planta de la recepción. Lo que menos quería era que Angela me preguntara el motivo de mi lloro, así que cuando las puertas se cerraron respiré aliviada. 

- Gracias. - Agradecí a Kevin mirándolo y comprobé que nuestras manos agarradas eran las acaparadoras de sus agradables ojos. - Oh. - Exclamé soltándome rápido y Kevin me miró con una sonrisa. 

Al llegar a mi coche no tardé ni un segundo en darme cuenta de que dejé olvidado mi bolso dentro, con móvil y llaves de casa incluídas. 

- ¿En serio, Elena?. - Me reclamé y tiré de la puerta sin poder abrirla. - ¿Acaso puede mi día ir peor?. - Escuché la risa de Kevin detrás de mi y lo miré todo lo seria que pude. 

- ¿Donde ve usted la gracia?. - Le consulté. - Llevo un día malísimo y lo último que necesito es dormir en la oficina. - Kevin borró su sonrisa y observó dentro del coche. 

- ¿También a dejado dentro las llaves de casa?. - Me consultó. Le asentí y él me ofreció una solución mientras sacó su teléfono móvil. - Llamaré a un cerrajero. 

- ¿Harás eso?. - Le pregunté y Kevin asintió llevándose el teléfono al oído. 

Apoyada de espaldas en el coche me aferré a mis brazos y miré en busca de la llegada del cerrajero. 

- Dice que hay tráfico, tardará al menos veinte minutos más. - Me sorprendió Kevin que a mi lado, adoptaba la misma postura que yo y me mostró la conversación con el cerrajero en su teléfono móvil. - ¿Quiere ir mientras a comer algo?. 

- Lo haría... - Miré mi bolso dentro del coche y él hizo lo mismo. 

- Yo invito. - Propuso y le sonreí. 

- Soy una mujer de casi cuarenta años, no puedo aceptar que un niño pague por mi. - Le respondí.

- No soy un niño. - Su respuesta fue tajante y algo molesta a juzgar por el repentino cambio del tono de su voz. 

- Lo eres comparado conmigo. - Sonreí para que entendiera que no debía tomarlo especialmente en serio. - Me gustará tenerte en el trabajo. 

- Angela a insistido para que fuera el modelo de su nueva línea de ropa. - Respondió volviendo a mirar el teléfono antes de guardarlo y quitarse su chaqueta. - Si no quieres comer al menos usa mi chaqueta, está haciendo frío. - Se volvió hacia mi y me incorporé cuando me la pasó por sobre los hombros. Luego una tierna sonrisa surcó su rostro mientras se aseguró de que estaba bien cubierta y cuando sus ojos se detuvieron en los míos, su cara se aproximó y giró para alcanzar mis labios. 

- Oye. - Le reclamé, aunque mi voz fue tan suave que difícilmente podía ser un reclamo a sus oídos, por ello cuando coloqué mi mano en su pecho para echarlo atrás, Kevin me miró con sorpresa y vergüenza. - Deberías de irte a casa, yo esperaré sola al cerrajero. - Bajé la mano de su pecho y me quité la chaqueta para devolvérsela. - No le diré a Angela lo que casi acabas por hacer. - Lo tranquilicé asegurándome de hacerlo coger la chaqueta y le sonreí. - Vete ahora. 

- No me trate como un niño. - Me respondió Kevin molesto quizás. 

- Lo eres. - Negué simplemente y le pedí. - Vete a casa. 

- No quiero. - Soltó dejando caer al suelo su chaqueta y pisándola cuando se acercó de nuevo a mi para agarrarme de la cara y plantar sus labios en los míos, tan rápido y tenaz que no fui capaz de pararlo. Apenas unos segundos que terminaron cuando Kevin abrió su boca ya lejos de la mía y exhaló un suspiro. 

- Me gustas. - Su declaración me llenó de pudor, vergüenza e incomodidad. ¿Como podía gustarle al hijo de Angela?. Toqué mis labios y al ser consciente de lo que había hecho, miré alarmada a nuestros lados para asegurarme de que nadie habría visto aquel acto impulsivo de Kevin. Afortunadamente estábamos solos y lo miré para verlo por primera vez como un hombre y no como el hijo de mi amiga.